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CCXV.

El amigo de la justicia debe guardarse de tres cosas: del amor en la juventud, quando la sangre y los espíritus tienen toda su fuerza é impetuosidad: de querellas en la edad madura, quando el cuerpo ha recibido todas sus fuerzas; y de la codicia en la vejez, quando las fuerzas se enervan, y los espíritus están lánguidos.

CCXVI.

Quando el hombre de bien ve un hombre virtuoso, procura él conformarse á este modélo; y tambien sabe aprovecharse del expectáculo del malo, exâminando si acaso tiene con él alguna semejanza.

CCXVII.

Aquellas gentes que tienen la exterioridad de virtud, sin llevarla en sus corazones, se parecen á aquellos malhechores que roban de noche, y parecen de dia hombres honrados.

CCXVIII.

Hay ciertos temperamentos que guardar hasta con la virtud. El que quiere amar á todos los hombres, y que no conoce los límites que es menester poner á este amor, se dexará llevar á una ciega impetuosidad de beneficencia, y derramará beneficios sin discernimiento y sin medida. El que se pica de prudente, y descuida el consultarse, fluctuará en una eterna incertidumbre.