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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL
Leónido. | No recuerdo vuestra faz, |
Ni me acuerdo haberos visto | |
Alguna vez. ¡Dadme paso! | |
Satán. | ¡Nunca! Mírame bien… |
Leónido. | Decid, os ruego, quién seáis… |
Satán. | Yo soy aquel que, prepotente, |
Leyes da al huracán, al mar, al fuego; | |
Brilla en el rayo y muge en el torrente; | |
Yo soy aquel que con poder grandioso | |
Reino en un tiempo hermoso, | |
Venerado y temido; | |
Dios absoluto de la indiana gente. | |
Leónido. | ¡Mentís! De mis mayores |
El dios ya duerme en vergonzoso olvido, | |
Y sus torpes altares, | |
Do al eco de fatídicos loores | |
Victimas ofrecían á millares, | |
Hoy yacen derribados: | |
De su poder en mengua, | |
Les lanza nuestra lengua | |
Desprecios á sus ritos olvidados: | |
Vos no sois ningún dios; mentís sin duda, | |
Pues sólo un Dios existe verdadero: | |
El Dios que al hombre creó y al mundo entero, | |
Y á quien adora nuestra mente ruda. | |
Satán. | ¡Insensato! ¿No temes de mis iras |
El poder? Niño impío, | |
¿No ves que es mío el aire que respiras, | |
El Sol, las flores y el undoso rio?… | |
Á mi voz prepotente, creadora, | |
De las aguas surgieron | |
Aquestas islas, que alumbró la aurora; | |
Islas que bellas en un tiempo fueron; | |
Y mientras, fieles á mi culto santo, | |
Elevaron sus preces | |
En mis altares, les libré mil veces | |
De la muerte, del hambre y del espanto. | |
Los campos rebosaban | |
De fragante verdura; | |
Sin trabajo brotaban | |
De la piadosa tierra, entonces pura, | |
Las amarillas mieses; | |
Vagaban por el prado | |
El cabrito pintado, | |
El ciervo aligero y las gordas reses; | |
La diligente abeja |