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EPÍLOGO

vanidad del esfuerzo que ha sobrecojido á tantos hombres á las puertas de la muerte.

«¡Qué hermoso día, Padre!» Ya no vería días así, tan hermosos. Los verían los demás; pero ¿no morirían también ellos? ¿Vería Filipinas días hermosos, despejados, claros?

«¡Siete años pasé yo allí!» Y ante su espíritu soñador pasarían siete años mansos y dulces, como las aguas de un arroyo que discurre en un valle de verdura.

«En España y en el extranjero es donde me perdí.» ¿Qué quiere decir perderse? El niño balbucía en él.

«¡Yo no he sido traidor á mi patria ni á la nación española!» No, no fué traidor. Es España la que le fué traidora á él.

«Mi gran soberbia, Padre, me ha traído aquí.» ¡La soberbia! ¿Y á quién que tenga una cabeza sobre los hombros y un corazón en el pecho no le pierde la soberbia? ¿Qué es eso de la soberbia? El que se confiesa soberbio no lo ha sido nunca. Los soberbios eran los otros, los soberbios eran los bárbaros que sobre su cadáver lanzaron, como un insulto á Dios, aquel sacrílego ¡viva España!

«¡Mi soberbia me ha perdido!» Esto lo decía la mente que correspondía á las manos que tallaron la imagen del Sagrado Corazón, la mente del niño, del poeta. Y decía verdad. Su soberbia, sí, le perdió para que su raza ganase, porque todo aquel que quiera salvar su alma la perderá y el que la deje perder la salvará. Su soberbia, sí, su santa soberbia, la conciencia de que en él vivía una raza inteligente, noble y soñadora, la soberbia de sentirse igual á aquellos blancos que le despreciaron, esta santa, esta noble soberbia le perdió.

En La Solidaridad del 15 de Julio de 1890, y en el artículo «Una esperanza», escribió Rizal: «Dios ha prometido al hombre su redención después del sacrificio: ¡cumpla el hombre con su deber y Dios cumplirá con el suyo!»

Rizal cumplió con su deber, y la Iglesia Filipina Independiente, considerando que Dios ha cumplido con el suyo, ha canonizado al gran tagalo: San José Rizal.


VIII
SAN JOSÉ RIZAL

San José Rizal, ¿y por qué no? ¿Por qué no se ha de dar la sanción de la santidad al culto á los héroes?

Pienso algún día escribir algo sobre esa extraña Iglesia Filipina Independiente, cuyas publicaciones debo á la bondad del Sr. D. Isabelo de los Reyes; sobre esa extraña Iglesia que es un intento de ves-

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