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EPÍLOGO

tierra filipina. Contrista el ánimo la lectura de tales cosas, y más á los que creemos que para nacionalizar de veras á España, una de las cosas que más falta hacen es descatolizarla en el sentido en que Despujol y sus consejeros y directores espirituales tomaban el catolicismo. Pues acaso haya otro sentido en que quepa decir que la Iglesia católica romana se está descatolizando.

Rizal pasó por un protestante, por un racionalista, por un librepensador, y en todo caso por un anticatólico. Y yo estoy convencido de que fué siempre un cristiano librecreyente, de vagos é indecisos sentimientos religiosos, de mucha más religiosidad que religión, y con cierto cariño al catolicismo infantil y puramente poético de su niñez. No me chocaría que, aun no creyendo ya con la cabeza en los dogmas católicos, hubiese alguna vez asistido á misa en alguna de sus correrías por Europa, con objeto de evocar en su espíritu reminiscencias su niñez, pues la misa católica es la misma en todas partes, y uno que nació y se crió católico, en ningún sitio mejor que en un templo católico puede, fuera de su patria, hacerse la ilusión de encontrarse en ella.

Condenado á muerte Rizal, bajo la inspiración del miedo sus jueces, cayeron sobre él sus antiguos maestros los jesuítas y apretaron el cerco con que de antiguo le venían asediando. Es una lucha tristísima.

Pocas cosas más instructivas como las relaciones del pobre Rizal con los jesuítas, sus antiguos maestros. En ellas se ve de un lado el excelente buen natural de él, su respeto y su gratitud á aquellos sus maestros que le habían tratado, y trataban en general al indio, con más humanidad, con más racionalidad, con más espíritu cristiano que los frailes[1].

Y en ellas se ve también la irremediable vulgaridad y ramplonería del jesuíta español, con sus sabios de guardarropía, con sus sabios diligentes y útiles mientras se trata de recojer, clasificar y exponer noticias, pero incapacitados por su educación de elevarse á una concepción verdaderamente filosófica de las cosas.

En la nota (363) á la pág. 293 de este libro, dice Retana que aunque los jesuítas ofrecieron publicar algún día toda la controversia entre Rizal y ellos, no lo han verificado hasta el presente, y añade, no sé si con ironía: «Respetamos las razones que tengan para mantener


  1. Hay que advertir que los jesuitas, aunque no superan en cultura ni ilustración a los miembros de las demás órdenes religiosas, sino que más bien son más petulantes que ellos y más ignorantes, les superan mucho en educación y buenas formas. Se reclutan, por lo común, en otras capas sociales.