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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

La Voz Española, de Manila, órgano de los frailes de Filipinas, cierra la reseña del suceso con estos renglones:

«Inmediatamente [del fusilamiento], como si una chispa eléctrica se produjera, miles de voces, pues el gentío era inmenso, prorrumpieron en estentóreos ¡viva España!, que contestó, con la conocida marcha patriótica de Cádiz, la música del batallón de Voluntarios»[1].

Y aquel hilo de sangre que brotó del corazón de Rizal convirtióse en el acto, á los acordes —siniestros— de la marcha de Cádiz, en caudaloso Amazonas, que separó para siempre, ¡definitivamente para siempre!, á la raza filipina de la raza española. ¡Acababa de cometerse la gran injusticia, al grito de ¡viva la Justicia!, de fusilar por la espalda á un hombre honrado, trabajador, sincero, caballeroso, espiritual, sabio, que no había cometido otro delito que el de ansiar para Filipinas las libertades que le habían enseñado á amar en la Metrópoli!… Y recogido el cadáver de aquel hombre extraordinario (que, por serlo en todo, lo fué manteniéndose con el pulso imperturbable aun en los instantes en que se cuadraba solemnemente para recibir en el corazón ocho balazos á un tiempo), depositáronlo en un furgón, que lo transportó al cementerio de Paco[2].

¡Los españoles estaban satisfechos!


¡Pobre España, tan vitoreada por miles de patrioteros dementes!… ¡Pobre España!… ¡Aquella mañana, al son de la marcha de Cádiz, dejaste de reinar, de una manera definitiva, en el corazón de Filipinas! Ese corazón era el de Rizal, y tus patrioteros, ¡oh infeliz España!, ¡lo atravesaron de parte á parte!… No; no fuiste tú, noble España, la que privaste de vida á aquel Gran Justo, á aquel á quien siete millones de ex hijos tuyos comparan hoy, no sin razón, con Jesucristo: fué el espíritu reaccionario de tus peninsulares, alentado por un atajo de frailes; de esos frailes que si no supieron cumplir con sus deberes sagrados, los más sagrados para los que á sí se llaman


    pectación de destino. —Certifican: que por orden del Excmo. Sr. General Gobernador militar de la plaza y nombramiento del Excmo. Sr. Inspector de Sanidad militar, han asistido, en la mañana de hoy, á la ejecución del sentenciado á muerte José Rizal y Mercado, el cual ha quedado en estado de cadáver, después de haber sido fusilado por la espalda. Manila 30 de Diciembre de 1896. —Felipe Ruiz. —José Luis y Saavedra

  1. La Voz Española: Manila 30 de Diciembre de 1896.
  2. «Su cadáver, según mis informes, se halla sepultado en el cementerio de Paco, entrando á mano izquierda, hacia el extremo del muro semicircular y frente á los nichos del mismo; en el suelo, inmediatamente después del punto donde se enterró el del general Montero.» —Carta del P. Pablo Pastells, á mi dirigida, fechada en Sarriá (Barcelona) el 29 de Diciembre de 1904.
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