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W. E. RETANA

Mis sueños cuando apenas niño o adolescente,
Mis sueños cuando joven, ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, ¡joya del mar de Oriente!,
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceño, sin arrugas, sin manchas de rubor.

Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
¡Salud!, te grita el alma que pronto va á partir.
¡Salud!… ¡Oh, que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.

Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día,
Entre la espesa yerba, sencilla humilde flor,
Acércala á tus labios y besa el alma mía,
Y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría,
De tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.

Deja á la luna verme con luz tranquila y suave,
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave;
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave,
Deja que el ave entone su cántico de paz.

Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore,
Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos;
Deja que un sér amigo mi fin temprano llore,
Y en las serenas tardes, cuando por mi alguien ore,
Ora también, ¡oh Patria!, por mi descanso á Dios.

Ora por todos cuantos murieron sin ventura,
Por cuantos padecieron tormentos sin igual,
Por nuestras pobres madres que gimen su amargura,
Por huérfanos y viudas, por presos en tortura,
Y ora por ti, que veas tu redención final.

Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
Y sólo, sólo muertos queden velando allí,
No turbes su reposo, no turbes el misterio:
Tal vez acorde oigas de citara ó salterio:
Soy yo, querida Patria; yo que te canto á tí.

Y cuando ya mi tumba, de todos olvidada,
No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar,
Deja que la are el hombre, la esparza con la azada,
Y mis cenizas, antes que vuelvan á la nada,
El polvo de tu alfombra que vayan á formar.

Entonces nada importa me pongas en olvido.
Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzaré.
Vibrante y limpia nota seré para tu oído;
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido,
Constante repitiendo la esencia de mi fe.