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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

lo mismo aquellos que conocían de ciencia propia sus obras, que los que sólo tenían de ellas referencias [un noventa y cinco por ciento], lógicos y justos sentimientos de repulsión hacia Rizal, y de alarma por lo que tramar pudiera contra España. Todos [los reaccionarios, los «chauvinistas» etc.] vieron desde entonces en él un enemigo de la raza española y de su preponderancia [de la preponderancia del fraile] en Filipinas, y no sin motivo presumieron, teniendo sobre todo en cuenta la apatía natural y la falta de iniciativas del indígena, que Rizal no podría en modo alguno ser extraño á cualquier movimiento sentido separatista ó filibustero se intentara en el Archipiélago. Y que en estas presunciones vienen á ser, al parecer, confirmadas por las medidas de cautela adoptadas por el Gobierno general, al deportar, en [Julio de] 1892, á Rizal á Dapitan.

»He aquí, pues, los prejuicios á que antes me he referido, que son punto menos que imposible de apartar de todo aquello que con Rizal se relacione.

»Y en cuanto á la opinión de que también he hablado, y que designa á Rizal como autor principalísimo y alma y vida de la sublevación presente, hase formado, no sólo por aquellos mismos prejuicios, sino además por la especialísima circunstancia de haberse sabido en Manila, cuando la expresada sublevación se descubrió[1], que Rizal no estaba en Dapitan, que estaba [incomunicado] en aguas de esta bahía, á bordo del crucero «Castilla». Y esa circunstancia, perfectamente casual é imprevista —ningún dato de comprobación existe que permita afirmar lo contrario,— vino á convertir aquellas precauciones en contra de Rizal en convicción profunda, arraigadísima, incrustada en los ánimos como lo está la perla en su concha, en la directa participación de Rizal en el complot, porque aunque luego se supo que su presencia [en la bahía de Manila] obedecía á la petición que había formulado de que se le permitiera pasar á la Isla de Cuba á prestar sus servicios como médico en el Ejército, ¡cuán pocos serán los que hayan dejado de considerar tal solicitud como un pretexto


  1. Véase la nota 434. Y supóngase ahora, por un momento, que Rizal hubiera salido para Cuba dos meses antes, es decir, á primeros de Junio; supóngase además que el Katipunan, en vez de precipitarse por la causa dicha, hubiera estallado á últimos de Septiembre, esto es, cuando lo tenía convenido; y cabo preguntar: alteradas estas fechas, y hallándose por lo tanto Rizal en Cuba, al servicio de España, ¿qué Tribunal le hubiera condenado á muerte? Rizal no fué antes á Cuba, por lo mucho que la fatalidad retrasó la resolución de su solicitud. Y el Katipunan estalló antes de tiempo, por la intervención de Fr. Gil. Y Rizal, sin embargo, era el mismo el 18 de Agosto (fecha del descubrimiento hecho por Fr. Gil) que el 18 de Mayo. Medítese sobre esto, y se comprenderá cuánto pudo la pasión de raza en contra del desdichado Rizal.