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W. E. RETANA

ciación que dirigía la instalación de las expresadas logias y los trabajos filibusteros[1], pasó á Hong-Kong, desde donde remitió á Moisés Salvador los Estatutos por que había de regirse la «Liga Filipina», cuyos jefes fueron Rizal y Marcelo del Pilar [que estaban divorciados], y cuyo principal objeto era el allegar fondos para los gastos del levantamiento en armas, á fin de conseguir la independencia de estas Islas[2]. En Junio de 1892, y ya en Manila el procesado, convocó una reunión en casa de D. Doroteo Ong-junco, y á la que concurrieron los principales simpatizadores contra la dominación española [contra la dominación de los frailes], y en esa reunión, según propia manifestación de Rizal, que consta en su indagatoria, dirigió la palabra á los presentes, diciéndoles, entre otras cosas, «que le parecía que estaban muy desalentados los filipinos, y que no aspiraban á ser un pueblo digno y libre, por lo que se verían siempre á merced de los abusos de las Autoridades; que estos abusos eran debidos [y dijo una gran verdad] á las facultades discrecionales de los Gobernadores generales, y que á pesar de los consejos de algunos amigos para que no viniera á Manila por temor al daño que pudieran hacerle sus enemigos, había venido para ver de carca todo y al mismo tiempo para arreglar la desunión que existía entre los amigos de la propaganda, como arregló la de los filipinos en Madrid[3], concluyendo por afirmar que era importantísimo el establecimiento de la «Liga Filipina» conforme al Reglamento de que era autor, y por este medio levantar las artes y el comercio; que el pueblo, siendo rico y estando unido, conseguiría su propia libertad y hasta su independencia.» Todo esto resulta probado en autos, tanto por la propia confesión de Rizal, como por las declaraciones prestadas por José Reyes, Moisés Salvador, Pedro Serrano,


    casi nada. Era ajena á la Masonería, y contó con muy pocos individuos. Es verdad que al año, próximamente, de muerta, renació, á espaldas de Rizal; pero tuvo vida lánguida, y sus fines no eran separatistas, sino reformistas. —Está sobradamente demostrado.

  1. La Asociación dirigida por Rizal en Madrid duró muy poco, porque la ahogó en flor Marcelo del Pilar. No tenía otro objeto que el de repartir premios entre los filipinos que concurriendo á certámenes acreditasen mayor amor al estudio ó hiciesen trabajos literarios ó científicos dignos de una recompensa. Lea el Sr. Alcocer La Solidaridad, de la que no conoce un solo número, y se convencerá. Por lo demás, Rizal fué tan ajeno á la Masonería de su país, que en el balaustre que hemos reproducido (pág. 356) hállase la prueba concluyente de que el reorganizador de las logias nacionalistas lo fué Panday Pira (Pedro Serrano), como éste mismo dice bajo su firma en ese balaustre, carta ó como se llame.
  2. El levantamiento lo verificó exclusivamente el Katipunan, que no tenía armas ni dinero. Luego… ¿qué relación hay entre la «Liga» de Rizal, que duró algunos meses, con el Katipunan de 1892-1896?
  3. Recuérdese cómo explicó Rizal estos conceptos, ajustándose, por cierto, á la exactitud de los hechos. —Véase la pág. 364.