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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

que quedaba detenido, é incomunicado en su camorete, diéronsela á Rizal á poco de haber salido el buque de Port-Said[1]. Llegó Rizal á Barcelona (el día 3 de Octubre), y del buque en que iba fué trasladado al odioso Montjuich. Era Capitán general de Cataluña Despujol, y otra vez Rizal, al cabo de cuatro años, veíase ante el mismo General que el 7 de Julio de 1892 le había deportado á Mindanao, colmándole de ignominia. En Montjuich, Rizal y Despujol hablaron largo y tendido. ¿Qué podía decir aquél á éste? No lo sabemos; pero acaso no vayamos descaminados resumiéndolo en muy pocas palabras: «Soy un escogido de la Fatalidad. ¿Se quiere mi vida? ¡Tanto monta!… ¡Á darla iba en Cuba por España!» — Reembarcado en el primer correo, Rizal salió el día 6, á bordo del Colón, que fondeó en Manila el 3 del siguiente mes (Noviembre).

Pero antes de que le veamos en Manila, preso en la fuerza de Santiago, no estará de sobra que consignemos algunos detalles por demás curiosos. Hé aquí las sentidas cartas que, la víspera de su salida de Manila, escribió Rizal á su familia[2]:

«A bordo del crucero Castilla, 2 de Septiembre 1896.

»Sra. D.ª Teodora Alonso.

»Mi amadísima madre: Como se lo prometí, le dirijo unas cuantas líneas antes de marcharme, para enterarles del estado de mi salud.

»Estoy bien de ella, á Dios gracias; sólo me preocupa cómo lo pasarán Vs. ó lo habrán pasado, estos días de trastorno é inquietud. Dios quiera que mi anciano padre no haya tenido ninguna desazón.

»Yo les escribiré desde algunos puntos donde hace escala el vapor correo: cuento estar en Madrid, ó al menos en Barcelona, á fines de


  1. D. Juan Utor y Fernández, español, en un sentido artículo que dedica á la memoria de Rizal, publicado en El Grito del Pueblo, de Manila, número del 30 de Diciembre de 1906, recuerda que fué uno de los compañeros de viaje de Rizal, á quien trató desde los primeros días; no tardaron en simpatizar y en hacerse mutuas confidencias.— «Identificados en creencias religiosas (escribe Utor), en opiniones políticas, en ideas sociológicas, discurríamos noches enteras sobre males sin cuento… Así pasábamos muchas horas —¡solos!— en la toldilla del Panay, en donde adquirí el convencimiento profundísimo de que José Rizal quería para Filipinas lo que yo deseaba para España, la mayor suma de bienes.» […] «En nubosa tarde del 27 de Septiembre entrábamos en el mar Mediterráneo después de abandonar la bahía de Port-Said, donde se recibió la orden de prenderle é incomunicarle en su camarote. — Por encargo del Capitán, hube de darle cuenta de la fatal noticia. — ¡Lloró en mis brazos!…»
    Don Juan Utor y Fernández, viejo ya, tuvo una época en que gozó de cierta notoriedad, como uno de los más calificados amigos de Prim, de Castelar, de Ruiz Zorrilla y otros prohombres de la Revolución y de la República. Más tarde pasó á Filipinas con un modesto destino. Volvió á España, con Rizal, y al cabo tornó al Archipiélago magallánico, donde continúa. Los filipinos le profesan gran cariño.
  2. Según copias remitidas por el Sr. Epifanio de los Santos.