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W. E. RETANA

plirían. Y, á este propósito, el Katipunan diputó á D. Pío Valenzuela para que fuese á Dapitan. Don Pío Valenzuela, médico joven, casi recién salido de las aulas, amigo de Bonifacio, aceptó la comisión. Hízose acompañar de un anciano pobre, enteramente ciego, que en Dapitan serviría de pretexto, y Valenzuela, con su ciego, salió de Manila para Dapitan. En el mismo buque iban personas de la familia de Rizal, á quienes Valenzuela prestó toda suerte de atenciones durante el viaje. Llegaron felizmente. Rizal no conocía á Valenzuela; éste fué presentado por una de las hermanas del Doctor. Ya solos, el recién llegado explicó la verdadera causa de su presencia en Mindanao. Dejémosle que por sí mismo dé razón de la entrevista:

—«Fuí comisionado por Andrés Bonifacio para que fuera á Dapitan á conferenciar con D. José Rizal la conveniencia de la rebelión contra España, á lo que desde luego se opuso el D. José Rizal tan tenazmente, y de tan mal humor y con palabras tan disgustadas, que el declarante, que había ido con el propósito de permanecer allí un mes, tomó el vapor el día siguiente de regreso á Manila»[1].

Rizal, en substancia, llamó insensatos á los hombres del Katipunan. Después de haberse calmado un tanto, porque la comisión de Valenzuela le había excitado sobremanera, argumentó así:

—¿No les dice á ustedes nada lo que acontece en Cuba? Aquellos revolucionarios, aguerridos, con experiencia y organización militar, con apoyo moral y material de la gran República Norteamericana, ¿qué consiguen? Además, yo siempre he sostenido en todas mis obras que lo primero que hay que hacer es educar al pueblo, instruirle, darle un grado de cultura social y política que aún no tiene el filipino. La revolución de que se me habla es una insensatez, y cometeráse una gran iniquidad asociando mi nombre á semejante empresa, que rechazo y condeno[2].

Luego Rizal entró en consideraciones acerca de los medios con que contaban los filipinos, ningunos, puesto que carecían de armas y de dinero; y acaso para que Valenzuela se fuese con alguna esperanza, «parece que Rizal les aconsejó que esperasen dos años más»[3]. Y Valenzuela se volvió á Manila con el ciego.— «Á su llegada, y dada cuenta á Andrés Bonifacio de su comisión, éste se enfadó mucho, atribuyendo (sic) á Rizal con mote de cobarde, y prohibió al decla-


  1. Declaración de D. Pio Valenzuela, prestada en Manila á 6 de Septiembre de 1896. — Todos los hechos y declaraciones posteriores confirman la exactitud de lo declarado por Valenzuela.
  2. Palabras deducidas de las varias declaraciones que figuran en el proceso, con las cuales se hallan conformes cuantas personas sensatas é imparciales han escrito acerca de la materia.
  3. La Sensacional Memoria, citada, página 16.