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W. E. RETANA

darse con una navaja de afeitar, después de haber tenido una acalorada disputa con su amante. Rizal acudió oportunamente; tan oportunamente que, abalanzándose sobre el inglés, pudo atenazarle ambas muñecas, y así permanecieron hasta que, avisado Sitges, vino éste á poner término á la escena, que Josefina presenció á distancia, presa de la natural congoja. El inglés, en su idioma, juraba y perjuraba que quería degollarse… Si Rizal no hubiese tenido una gran serenidad, amén de una gran fuerza[1], para mantener sujeto al tío todo el tiempo que tardó en venir el Comandante, la desgracia habría sido inevitable. Á poco de acaecido este suceso, el inglés, con su sobrina, se marchó á Manila, para desde allá volverse á Hong-Kong, como lo hizo, pero sin la sobrina, porque ella… ¡se volvió á Dapitan!

Al regreso de Josefina á Manila, era portadora de la siguiente carta de Rizal para su madre[2]:

«Dapitan, 14 de Marzo de 1895.

»Mi muy querida madre: La portadora de esta carta es Miss Josephine Leopoldine Taufer, con quien estuve á punto de casarme contando con el consentimiento de Vs., por supuesto. Nuestras relaciones se rompieron á propuesta de ella, por muchas dificultades que había en el camino. Ella es casi huérfana de todo; no tiene parientes sino muy lejanos.

»Como me intereso por ella y es muy fácil que ella después se decida á unirse conmigo, y como puede quedar del todo sola y abandonada, le suplico á V. la dé allí (ahí) hospitalidad tratándola como á hija hasta que ella tenga mejor proporción ú ocasión de venirse. […]

»Traten Vs. á Miss Josephine como á una persona á quien estimo y aprecio mucho y á quien yo no quisiera ver expuesta y abandonada.

»Su afmo. hijo que le quiere, —José Rizal

Josefina fué acogida, en efecto, con gran cariño por la familia de Rizal; pero en Manila, ¿qué hacía? Su ansia no era otra que volver á unirse con el hombre que tan hondamente le había impresionado, y así que en la expedición del siguiente mes, ó sea en la de Abril, tornó á Dapitan, en compañía de Trinidad, hermana del Doctor, y con éste se quedó á vivir, bajo el mismo techo, con gran escándalo de los padres jesuítas; á partir de entonces, hubo entre Rizal y el P. Obach no pocos rozamientos… Este episodio amoroso da una nueva idea de


  1. Rizal, aunque pequeño de cuerpo y de aspecto que no denotaba un vigor físico pujante, tenía una fuerza extraordinaria, y además mucha destreza. Desde niño habíase aficionado á los ejercicios gimnásticos, los cuales perfeccionó cuando estuvo en el Japón. Á partir de entonces, era un tanto acróbata, y diariamente hacia ejercicios al estilo japonés.
  2. Según copia remitida por D. Epifanio de los Santos.