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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

día, y el espíritu popular se refugiaba, necesariamente, en el novísimo nacionalismo creado por Rizal, que si no era la panacea que de mo-


    vez que deje de asistir á misa sin fundado motivo. Acúsese recibo, y archívese. —Lingayén, 12 de Junio de 1891. —Peñaranda.»
    Este documento da perfecta idea de lo que allí, se transformaban los hombres. Peñaranda, que tiene un puesto en la historia de la Literatura Española, habíase distinguido en Puerto Rico por excesivamente simpatizador con los isleños; no ocultaba que había sido masón del grado 33 ni sus ideales democráticos. Y este hombre en Filipinas anula por completo todos sus antecedentes para dictar la circular ranscrita. Pero aun hizo más: dió otra que causó la estupefacción de todos los españoles… de España; no faltó periódico madrileño que le llamase Peñaranda I, por la circular que reproducimos á continuación (la cual reprodujeron casi todos los periódicos peninsulares):
    «Gobierno civil de Pangasinán. —Gobernadorcillo de…
    »Viene observando este Gobierno, con la mayor extrañeza, que los indígenas, no sólo no saludan á los españoles peninsulares que encuentran á su paso en la vía pública, sino que tampoco tributan ese homenaje de consideración y respeto a las personas constituidas en autoridad, o que por sus funciones pertenecen á la Administración pública.
    »Considerando que esta falta de respeto envuelve también una censurable ingratitud por parte del indio hacia los descendientes de los hombres ilustres, á quien deben su educación moral y religiosa y los beneficios de su actual civilización, y teniendo en cuenta las facultades que me concede el artículo 610 del título 5.º del Código penal vigente en estas islas, he acordado lo siguiente:
    »1.º Todo indio, sea cualquiera su clase y posición social, al encontrarse en la vía pública con funcionarios investidos de una autoridad, sea gubernativa, judicial, eclesiástica ó administrativa, se descubrirá en prueba de respeto.
    »2.º De igual manera, y como prueba de consideración, se descubrirá al paso de todos los españoles peninsulares.
    »3.º Los infractores de esta disposición serán castigados con la multa de cinco pesos, ó en caso de insolvencia, con la prisión subsidiaria equivalente y destino á los trabajos públicos.
    »4.º Publicará usted por bandillo, durante tres noches consecutivas, en dialecto del país, las prescripciones contenidas en la presente orden para general conocimiento.
    »Acusará usted recibo de la presente orden, que archivará según está indicado. —Lingayén, 29 de Mayo de 1891. —Carlos Peñaranda.»
    La Solidaridad, escrita por indios (que en Madrid no eran indios, sino españoles nacidos en Filipinas), puso este comentario:
    «Vamos á ver: se manda en el bando que el indio se descubra al paso de todos los españoles peninsulares como prueba de consideración: ¿por qué no se ha de descubrir el peninsular al paso del indio, siendo éste tan español como aquél, y además le asiste al indio el legítimo derecho de estar en su casa, siendo el peninsular un peregrino que, á lo mejor, lejos de proporcionarle bienestar, lo explota?»
    Esta era, después de todo, la buena doctrina, que, naturalmente, los filipinos en su país residentes veían con sumo gusto defendida. Pero, á pesar de todo, ó saludaban, ó se exponían al enojo del Gobernador, que había obrado (huelga decirlo) sugestionado por los frailes, sin caer en la cuenta de que podían en España decir los indios lo que López Jaena dijo en La Solidaridad del 15 de Octubre del mismo año:
    «Ya los indios no son mansos corderos que se llevan al matadero; tienen noción de su dignidad y de su derecho; son hombres como los