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W. E. RETANA

Los frailes pudieron apreciar desde el primer momento que Maura era hombre atesonado, nada propenso á deponer sus iniciativas ante ridículos anuncios de perturbación del orden. ¡Y renegaron de Maura! Cierto que éste fué quien relevó á Despujol, tan odiado por los frailes; cierto asimismo que Maura era buen católico… ¡Bah! La Reforma municipal, según la lógica frailesca, no podía ser buena, sencillamente porque cercenaba la abrumadora influencia que en la vida de aquellos municipios tenían los frailes de muchos años atrás, y querían éstos seguir usufructuándola, pues que, mediante esa influencia, hacían de los pueblos lo que les venía en gana. Y los frailes crearon cuantas dificultades pudieron para evitar que la Reforma prosperase; y la hubieran hundido, tal vez, de no hallarse al frente del Gobierno general el digno D. Ramón Blanco y en la Dirección civil el inteligente D. Angel Avilés, fervoroso amigo del Ministro. Sólo al cabo del tiempo, los domínicos se avinieron (nada más que los dominicos, y á regañadientes) á transigir con lo hecho[1].

Los filipinos veían que algunos ministros (como Moret, Becerra y Maura) se afanaban por la prosperidad de las Islas; pero veían también que, para los efectos de la vida ordinaria, el fraile seguía siendo el amo. Sabían que un decreto lo anulaba otro decreto; sabían que al mejor ministro le podía sustituir cualquier Fabié, de los que nada hacían sin ponerse de acuerdo con los frailes; los frailes, ¡eternos en la colonia!… Los frailes, que aun en los últimos años, hallaron en ciertos Gobernadores un apoyo desmedido[2]. Y el odio al fraile cun-


    Y comentada, en los Comentarios al Reglamento provisional para el régimen y gobierno de las Juntas provinciales creadas por Real decreto de 19 de Mayo de 1893, por D. Félix M. Roxas y Fernández. Manila, 1891; en 4.º — Y en la Circular del provincial de dominicos Fr. Bartolomé Alvarez del Manzano, fechada en Manila, á 17 de Febrero de 1895. [Manila, Imp. de Santo Tomás, 1895.] — Y en el libro Filipinas: Estudio de algunos asuntos de actualidad, por Fr. Eduardo Navarro, agustino. Madrid, 1897. En 4.º — Etc., etc.
    El Decreto y el Reglamento, pero sobre todo esto último, han sido traducidos á varias lenguas del Archipiélago; en tagalo puede verse en el semanario Ang Pliegong Tagalog, fundado en Manila, en Mayo de 1896.

  1. Por obediencia á la Circular del provincial Fr. Alvarez del Manzano (Manila, 17 Febrero 1895), citada en la nota precedente.
  2. El gobernador de Pangasinan D. Carlos Peñaranda, dirigió á los Gobernadorcillos de dicha provincia la siguiente circular:
    «Teniendo noticia este Gobierno civil que la mayor parte de los Cabezas de barangay de ese pueblo no oyen misa en los días de precepto, por la presente prevengo á usted que si en lo sucesivo dejan de cumplir deber tan sagrado, asistiendo á misa en comunidad, presentándose luego al R. C. Párroco y reuniéndose en el Tribunal para enterarse de cuantas órdenes se relacionan con el cargo que desempeñan y demás que les concierne, será usted incurso en la multa de cinco pesos por cada falta en que incurriere y la de un peso por cada Cabeza de barangay y por cada