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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

La misma noche de la llegada á Dapitan, Rizal fué llamado por Carnicero á su despacho, previniéndole que si llegaba á su noticia algo que pudiera infundir la menor sospecha, tomaría con él una medida severa. Rizal respondió haciendo todo género de protestas de que su conducta no daría lugar á la menor corrección. Y ventilado este asunto, juntos fuéronse á la mesa y cenaron. Y á partir de entonces, juntos comieron y cenaron, sin interrupción, hasta el día 4 de Mayo de 1893, en que Carnicero, relevado del cargo de Comandante político-militar del distrito de Dapitan, salió para Manila. (Y el 13 de Julio siguiente, para España.)[1].

Rizal no tardó en captarse las simpatías de su cancerbero, y entre ambos establecióse una franca y cordialísima amistad; como la había tenido con el teniente de la guardia civil D. José Taviel de Andrade; como la tuvo con el que reemplazó á Carnicero, D. Juan Sitges y Pichardo. Era Rizal un hombre que atraía y hasta subyugaba por la dulzura de su carácter, por su ilustración y, sobre todo, por su esquísita urbanidad, propia al fin de quien, como él, conocía profundamente el mundo. Así que las relaciones se fueron estrechando, Rizal fué exponiendo á Carnicero cuanto sentía y pensaba. Por fortuna para el exponente, Carnicero pensaba á la moderna, y en lo tocante á materias religiosas hallábase más cerca de Rizal que de los padres jesuítas; esto contribuyó no poco á que Rizal se espontanease durante las veladas, que juntos pasaban departiendo como dos buenos amigos. En lo político, Rizal se apresuró á declarar que no era ni había sido jamás antiespañol; precisamente entre las personas á quien más consideraba y quería hallábanse no pocos personajes españoles. Hablando con uno de ellos cierto día, insinuóle que era urgente perdir en regla al Gobierno metropolitano la reforma municipal de Filipinas, y al efecto mostró una instancia firmada por numerosos filipinos, y el personaje le contestó con la mayor llaneza:

«—Las reformas no se piden con escritos, sino con balas.»

Comentario de Rizal:— «Si los filipinos siguiéramos el consejo del personaje español, ¡tiempo há que andaríamos á tiros!»

Explicó cumplidamente cómo no era verdad que hubiese llevado él, ni su hermana, en el equipaje, ningún papel comprometedor; y luego, en otra ocasión, refirió cómo, ¡por un pavo!, se habían roto las cordiales relaciones que entre su padre y los dominicos de Calamba habíon existido. (Véase la página 57.) — Hablando otra noche de su Noli me tángere, afirmó que este libro le había proporcionado mil


  1. Como queda dicho (véase la nota 50), el hoy comandante D. Ricardo Carnicero se dignó favorecernos con unas cuartillas, escritas en Lérida, que nos fueron remitidas en Enero de 1906.