Página:Vida y escritos del Dr. José Rizal, por Wenceslao Retana.pdf/262

Esta página ha sido corregida
242
W. E. RETANA

dirme de dar este paso, haciéndome presente los peligros ocultos á que me expongo; pero tengo confianza en la justicia de V. E. que proteje á todos los súbditos españoles en Filipinas, en mi justa causa y en la tranquilidad de mi conciencia, y Dios y las leyes sabrán guardarme de todas las asechanzas.

»Hace tiempo que mis ancianos padres, mis parientes, amigos y aun individuos para mí desconocidos son cruelmente perseguidos, á causa mía, dicen. Yo me presento ahora á recoger sobre mí tantas persecuciones, á responder á los cargos que se me quieran hacer, para terminar esa cuestión amarga para los inocentes y triste para el gobierno de V. E., que tiene interés en que se conozca por su justicia.

»En vista del silencio que guarda V. E. con respecto á mis cartas, silencio que sólo puedo atribuir á la gran distancia que hay entre su elevadísima posición y la humildad de mi persona, pues conocida es su fina atención, no sé si V. E. tendrá á bien el que me presente sin ser llamado. En consecuencia, pues, esperaré en uno de los hoteles de Manila, acaso en el de Oriente, por si V. E. quiere disponer de mí ó comunicarme sus órdenes, y pasados tres días, si V. E. no lo impide, dispondré de mi libertad para arreglar nuestros pocos intereses, en la convicción de que he cumplido con mi deber para con el Gobierno y con mis paisanos.

»Deseando sinceramente que Dios guarde muchos años á V. E., soy, señor, con todo respeto, su más atento seguro servidor, —José Rizal. —Hong-Kong, 21 de Junio de 1892.»

El segundo documento no fué conocido hasta después de su muerte; hé aquí una copia textual:

«A mis queridos padres, hermanos y amigos:

»El amor que siempre os he profesado fué quien me ha dictado dar este paso, que sólo el porvenir podrá decir si es ó no sensato. El éxito juzga las cosas según las consecuencias; pero sea favorable ó desfavorable, siempre se dirá que me ha dictado mi deber, y perezca yo por cumplir con él, no importa.

»Sé que os he hecho sufrir mucho; pero no me arrepiento de lo que he hecho; y si tuviera ahora que comenzar, volvería á hacer lo mismo que hice, porque ello es mi deber. Parto gustoso á exponerme al peligro, no como expiación de mis faltas (que en este punto no creo haber cometido ninguna), sino para coronar mi obra y atestiguar con mi ejemplo lo que siempre he predicado.

»El hombre debe morir por su deber y sus convicciones. Sostengo todas las ideas que he vertido respecto al estado y al porvenir de mi patria, y moriré gustoso por ella y más aun por procuraros á vosotros justicia y tranquilidad.