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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

las casas tabacos y hojas de contrabando», para «simular después una requisa y obligar al infeliz propietario á sobornos ó multas».

Muere entonces Capitán Tiago. En sus últimos momentos no pudo hallarse á su lado el buen Basilio, porque estaba preso. Á Tiago le auxilió espiritualmente el P. Irene, dominico. Tiago dejó su fortuna al Papa y á los frailes; á Basilio, ni un céntimo.

En una platería, donde se hospedaba Plácido Penitente, hacíase la comidilla del día, cuando «asomó la cara Plácido, acompañado del pirotécnico que vimos recibiendo las órdenes de Simoun. Todos rodearon á los recién llegados, preguntando por novedades». La Prensa naturalmente, como hecha por castilas, protestó airada con motivo del pasquín, y no faltó periódico que renegase de que se diese instrucción en Filipinas. ¡La instrucción no engendraba sino daños!

Julí supo la prisión de Basilio, y se entristeció; le amaba de veras; además, ¡le debía tanto!… Ella atribuía á los frailes la prisión de su novio. Era una venganza, «por haber [Basilio] sacado de la servidumbre á Julí, hija de tulisán (bandido), enemigo mortal de cierta poderosa Corporación» (la de frailes dominicos). «Ahora le tocaba á ella libertarle.» Y pensando en esto, consideró que sólo el P. Camorra, el párroco del pueblo de Tianí, podía conseguir la libertad del joven. Cuando prendieron á Selo, el P. Camorra hizo que le libertasen. Hermana Balí (una beata) aconsejaba á Julí que fuese al convento. Julí recelaba…— «Nada tienes que temer! ¡Si voy contigo! ¿No has leído en el librito de Tandang Basio, dado por el cura, que las jóvenes deben ir al convento, aun sin saberlo sus mayores, para contar lo que pasa en la casa? ¡Abá! ¡Aquel libro está impreso con permiso del Arzobispo, abá!»[1]. Pero Julí continuó resistiéndose. Al día siguiente volvió á sus dudas… Para ella, la libertad de Basilio ¡le costaba la honra! Ya lo había pensado: entregarse, y matarse después… Un transeunte que acababa de llegar de Manila le dió á Julí la noticia de que todos los estudiantes habían sido puestos en libertad, menos Basilio, por falta de padrino… Julí decidióse á ir al


  1. Si Tandang Basio Macunat (El Viejo Basio Macunat). Salitang quinatha ni (cuento escrito por) Fr. Miguel Lacio Bustamante, religioso franciscano. Manila, Imp. de Amigos del País, 1885. — xx + 170 páginas en 8.º — El Autor describe la vida apacible del campo en contraposición de la agitada de las ciudades. Las conclusiones de la obra, escrita en excelente tagalo, son: que el indio no debe tener más mentor que el fraile ni más amigo que su carabao; que la instrucción trae consigo quebraderos de cabeza y graves perjuicios… En suma, el P. Bustamante aconseja á sus lectores que sean unos animales domésticos, sumisos en todo á la voluntad del fraile, único que quiere bien á los indios, y único, por tanto, en desearles la verdadera felicidad. — Del librejo del P. Bustamante, huelga decirlo, se ha sacado gran partido para demostrar cómo el fraile venía siendo un estorbo de todo signo de cultura en Filipinas.