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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

pla… Y dirige á la novia todo un discurso, que es una página de inspirada poesía, una de las muchas que esmaltan los escritos de Rizal.

Por la noche se celebró el banquete. Asistieron catorce jóvenes: Makaraig, Tecson, Isagani, Sandoval, etc. Basilio, no. Y á la mañana siguiente apareció un pasquín en uno de los muros de la Universidad. Basilio había acudido á sus obligaciones desde muy temprano. Hallábase en San Juan de Dios, cuando los amigos le preguntaron si sabía algo «de una conspiración». «Basilio pegó un salto, acordándose de la que tramaba Simoun, abortada por el misterioso accidente del joyero.» Luego le preguntaron si había concurrido al banquete de la pansitería… Dirigióse de seguida á la Universidad, donde se notaba una agitación inusitada. Allí estaba Isagani arengando á sus condiscípulos, infundiéndoles ánimos, porque lo ocurrido no valía la pena… Luego se dirigió Basilio á casa de Makaraig: necesitaba pedirle dinero para pagar los derechos del título de Licenciado. El pobre estudiante había invertido sus escasas economías en desempeñar á Julí, su novia, la hija de Tales y nieta de Selo… Pero al entrar en casa de Makaraig, le prendieron. También á su colega le habían echado el guante. Ambos dieron con sus huesos en Bilibid, nombre de la prisión de Manila. Dejémosles allí, y en el ínterin vamos á enterarnos del curioso diálogo que mantenían el P. Fernández, dominico partidario del progreso de los filipinos, y el poeta Isagani. Reputábanse mutuamente «excepciones» entre los suyos.

[El fraile:]— «Hace más de ocho años que soy catedrático, y he conocido y tratado á más de dos mil y quinientos jóvenes; les he enseñado; les he procurado educar; les he inculcado principios de justicia, de dignidad, y sin embargo, en estos tiempos en que tanto se murmura de nosotros, no he visto á ninguno que haya tenido la audacia de sostener sus acusaciones cuando se ha encontrado delante de un fraile… ni siquiera en voz alta delante de cierta multitud… Jóvenes hay que detrás nos calumnian y delante nos besan la mano, y con vil sonrisa mendigan nuestras miradas. ¡Puf! ¿Qué quiere usted que hagamos nosotros con semejantes criaturas? (¡Vaya una indirecta, ésta de Rizal!)… ¿Qué quieren de nosotros los estudiantes filipinos?

[Isagani:]— Que ustedes cumplan con su deber… Los frailes, en general, al ser los inspectores de la enseñanza en provincias, y los dominicos en particular, al monopolizar en sus manos los estudios todos de la juventud filipina, han contraído el compromiso, ante los ocho millones de habitantes, ante España y ante la humanidad, de la que nosotros formamos parte, de mejorar cada vez la semilla joven, moral y físicamente, para guiarla á su felicidad, crear un pueblo honrado, próspero, inteligente, virtuoso, noble y leal. Y ahora pre-