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W. E. RETANA

Manila, acaso porque era nulo y ladrón, de grandes preeminencias.) Mas al fin se solucionó el asunto; súpose una noche en el teatro. Á la función asistía, de ocultis, el P. Irene. Entre los concurrentes figuraban: D. Custodio, Paulita (una joven filipina, novia de Isagani), Isagani, etc. D. Custodio había informado favorablemente: así se lo comunicó en una carta á Pepay; Pepay se la dió á Makaraig (otro estudiante), y Makaraig la llevó al palco donde estaban sus colegas Sandoval, Pecson, Isagani y otro. El informe, como es dicho, era favorable; «sólo que, considerando nuestras ocupaciones (habla Makaraig), y á fin de que no se malogre la idea, entiende que debe encargarse de la dirección y ejecución del pensamiento una de las Corporaciones religiosas, ¡en el caso de que los dominicos no quieran incorporar la Academia á la Universidad!» —Á los chicos se les encomendaba la cobranza de las cuotas… ¡Una burla! —Entre tanto, volvamos á Simoun, que se halla visitando á Basilio, el cual vivía con Capitán Tiago (el ex gobernadorcillo de San Diego que juega tanto papel en «Noli me tángere»). Tiago estaba muy enfermo; el vicio del opio le tenía aniquilado. Basilio estudiaba la Medicina legal del Dr. Mata, «obra prohibida» [en efecto] en Filipinas. Simoun y Basilio hablaron algo de política: Simoun trata de persuadirle:

«Dentro de una hora (dice) la revolución va á estallar á una señal mía, y mañana no habrá estudios, no habrá Universidad, no habrá más que combates y matanzas. Yo lo tengo todo dispuesto y mi éxito está asegurado. Cuando nosotros triunfemos, todos aquellos que pudiendo servirnos no lo han hecho, serán tratados como enemigos. Basilio, vengo á proponerle su muerte ó su porvenir.» (Basilio se resiste, y continúa Simoun:) «Tengo en mis manos la voluntad del Gobierno; he empeñado y gastado sus pocas fuerzas y recursos en tontas expediciones, deslumbrándole con la ganancia que podía sisar; sus cabezas están ahora en el teatro tranquilas y distraídas pensando en una noche de placeres, pero ninguna volverá á reposar sobre la almohada… Tengo regimientos y hombres á mi disposición; á unos les he hecho creer que la revolución la ordena el general; á otros que la hacen los frailes; á algunos les he comprado con promesas, con empleos, con dinero; muchos, muchísimos, obran por venganza, porque están oprimidos y porque se ven en el caso de morir ó matar… Cabésang Tales está abajo y me ha acompañado hasta aquí. Vuelvo á repetirle: ¿viene usted con nosotros, ó prefiere exponerse á los resentimientos de los míos? En los momentos graves, declararse neutro es exponerse á las iras de ambos partidos enemigos.»

Basilio invita débilmente á Simoun á que le diga en qué puede servirle. Y Simoun le encarga que, durante el movimiento, fuerce