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W. E. RETANA

ras. — El uno de ellos era cuñado de Rizal, autor del Noli me tángere, y se llamaba D. Mariano Herbosa [casado con Lucía Rizal]; el otro, D. Isidoro Alcalá, y ambos fueron tenientes mayores.

»Inmediatamente, el coadjutor, el P. Domingo Añonuevo, enemigo de Rizal y de su cuñado, telegrafió á Manila en estos términos:

«Mariano Herbosa, cuñado de Rizal, ha fallecido: desde que se casó no se ha confesado hasta la hora de su muerte.»

»El gobernador eclesiástico[1] contesta al párroco de Kalamba en el telegrama núm. 6.608:— «Recibido telegrama. Siendo verdad lo manifestado, negamos sepultura eclesiástica.»

»Con arreglo á esto, entierran á D. Mariano Herbosa en un montecillo fuera del pueblo, y al otro que murió de igual suerte, pero que no era cuñado de Rizal, en el cementerio…»

Diserta de seguida, con un alto sentido filosófico, acerca de cuán poco importa el lugar donde un cadáver recibe sepultura, y ¡qué verdades tan grandes dice de pasada!… «Para la Religión Cristiana, que ha predicado amor y no venganzas mezquinas, y se fija más en el alma que en el cuerpo ó materia, ¿qué significa la tumba sobre una colina, y qué el sepulcro en un cementerio encharcado? Para el hombre, para el filósofo, para el libre-pensador, para el espíritu moderno, ¿qué tiene la tierra de un cementerio, explotado por una casta religiosa, que sea preferible á la tierra de una colina…? ¡Nada!» Defiende el catolicismo sincero de su cuñado (que se confesaba, pero no en su pueblo, sino en Manila, una vez al año, por lo menos), y lamenta que sólo por ser su cuñado, se hubiera cometido con el cadáver tamaña profanación (¡tan parecida á la que, como si presintiese esta otra, describe en Noli me tángere!)… «¿A qué venía (pregunta) poner en el telegrama: cuñado de Rizal, si no se perseguía un fin vengativo?»… Precisamente ese cuñado de Rizal «pertenecía á una familia de bienhechores de la iglesia del pueblo: la mayor parte de las imágenes que adornan los altares, cubiertas de oro y plata, son donaciones de su familia». Pero ¡era cuñado de Rizal! Y cita luego otros hechos, para demostrar cómo el catolicismo práctico tiene manga ancha cuando le acomoda: «Un adúltero mata á su querida y se suicida después, y sin embargo, por ser hijo de reyes[2], le entierran en sagrado y levantan una capilla sobre el lugar del adulterio, del asesinato y del suicidio… Pero muere un buen hombre, una persona respetable,


  1. Ejercía este cargo el Deán del Cabildo de Manila, D. Eugenio Netter, íntimo del P. Payo (que acababa de fallecer), del P. Nozaleda (electo arzobispo) y de los dominicos y de todos los frailes.
  2. Alude á la tragedia del príncipe Rodolfo, heredero de la Corona de Austria-Hungria; tragedia que estaba entonces reciente.