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W. E. RETANA

se les apoda el partido de Alemania, y á los que son leales á los pares dominicos se les llama el partido de los frailes.

»Esta actitud de los calambeños la aprueban, aplauden y alientan los que en Manila, Bulacán, Batangas, Pampanga, etc., son correspondientes de esa Asociación llamada Hispano-Filipina que en Madrid existe; de suerte que Calamba viene á ser el punto de metralla de la integridad española-filipina.»

Hay notables exageraciones en lo que, movidos por la imparcialidad, hemos copiado. Dos cosas no son de creer: la primera, que Rizal predicase contra España; lo haría, sí, contra sus gobiernos, leyes y malas costumbres administrativas, lo cual no es lo mismo; como no es lo mismo ser separatista que censor de un régimen. En cuanto á la segunda, que es la que toca á ideas anexionistas á Alemania, tampoco podemos darle crédito: pública es la opinión de Rizal (expuesta en La Solidaridad bajo el epígrafe «Filipinas dentro de cien años») de que ni á Alemania le convenía poseer las Filipinas, ni á los filipinos les convenía otra cosa, de no ser españoles, que la Independencia. Ahora bien: lo que no debe negarse es lo que pudiéramos llamar eficacia de la imaginación popular: quienquiera que la conozca, tendrá que reconocer que, adulterados los conceptos que Rizal emitiese, y extremados además, no faltarían gentes que creyesen mucho de lo que se enumera en los párrafos transcritos. La labor esencial de Rizal en Calamba fué muy otra, y él mismo la describe en uno de sus trabajos periodísticos, en estos términos[1]:

«El que escribe estas líneas se puso una vez á la cabeza de un movimiento antifraile, suscitado por una pregunta del Gobierno. La contestación, si tenía que ser verdadera, iba á lastimar intereses frailunos. Los frailes quisieron que se contestase según su gusto y sus conveniencias, y no con arreglo á la verdad; pero considerando que esto era faltar á ella y al deber de un buen súbdito, el autor escribió la contestación con arreglo á un informe detallado, la tradujo al tagalo, y la leyó delante de todos, y delante de los mismos emisarios de los frailes, para que transmitieran el contenido á sus amos, ó lo contradijesen si se faltaba á la verdad. Ni uno solo protestó, y todos voluntariamente lo firmaron, y lo firmaron los mismos fraileros, no pudiendo negar la evidencia. Y eso que el autor les recordaba que firmando se atraian encima todos los rencores del poderoso.

»¿Qué pasó? El escrito se presentó, pasó por todos los trámites legales y… ¡se encarpetó! Los frailes quisieron vengarse, y el pueblo


  1. La verdad para todos; artículo publicado en La Solidaridad, número 8; Barcelona, 31 de Mayo de 1889. — Rizal en dicha fecha debía de hallarse en Londres: á España no vino hasta Agosto de 1890.