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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. RIZAL

comunicó á toda la casa y de ésta á otras muchas. Las pérdidas fueron innumerables, se buscó á un criminal, y el comerciante acusó á mi abuelo» (dice Elías). Martirizaron cruelmente al ex tenedor de libros, que ni siquiera tuvo la suerte de morirse, y su esposa, que se hallaba encinta, viéndose desamparada por completo, tuvo que dedicarse… ¡á prostituta! Marido y mujer, poco después, tuvieron que refugiarse en lo más enmarañado del bosque; mas no pudiendo él soportar las contrariedades que experimentaba, se ahorcó. La esposa fué acusada, por no haber dado parte; esperóse á que saliera del paso, y así que salió, diéronla una gran paliza, y en paz. Huyó con sus dos hijos á otra provincia; internóse en la selva; acabó por hacer vida de alimaña. El mayor de los chicos paró en bandido, y llegó á hacerse célebre con el apodo de Bálat; el más pequeño no siguió las huellas de su hermano: vivió junto su madre. «Al fin (dice Elías) el famoso Bálat cayó un día en poder de la Justicia, que le pidió estrecha cuenta de sus crímenes, ella, que nada hizo por enseñarle el bien; y una mañana, buscando el joven (el menor) á su madre, que había ido al bosque para coger hongos y aun no había vuelto, encontróla tendida en tierra, á orillas del camino, debajo de un algodonero; la cara vuelta al cielo, los ojos desencajados, fijos, crispados los dedos, hundidos en tierra, sobre la cual se veían manchas de sangre. Ocúrresele al joven levantar la vista y seguir la mirada del cadáver, y vé en la rama colgado un cesto, y dentro del cesto la ensangrentada cabeza del hermano.»

El joven, andando el tiempo, se enamoró de una hermosa tagala, y la sedujo: quiso reparar el mal casándose en toda regla; y gestionó los papeles. Al sacarse los papeles, descúbrese que el seductor era hermano de Bálat, el malhechor, hijo de una prostituta y de un ex tenedor de libros acusado de incendiario… El padre de la seducida logró echar á presidio al amante de su hija. Esta dió á luz dos mellizos, niño y niña, que fueron «criados en secreto, haciéndoles creer en un padre muerto»… Al niño le pusieron Elías… Elías estudió algo, muy poco, en los Jesuítas de Manila; volvió al pueblo. Pero un pariente descubre lo pasado, y Elías y su hermana quedan solos en el mundo, huérfanos de toda protección. Ella, la hermana, apareció cierto día ahogada y con un puñal clavado en el pecho… «desde entonces (dice Elías) vago de provincia en provincia; mi fama y mi historia andan en boca de muchos', á veces se me calumnia, pero hago poco caso de los hombres y continúo mi camino».

Ibarra ignoraba esta historia, cuando salvó á Elías, al tiempo que éste iba á ser presa de un caimán. Elías quedó agradecido; vió en Ibarra, además de un valiente, un hombre culto, y pensó en él para