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W. E. RETANA

María Clara se metió monja. Si Ibarra no hubiera muerto, ella, por obediencia, se habría casado con el español imbécil, aunque prometiéndose ser para Crisóstomo, único á quien amaba… Una noche, noche de tempestad, en el tejado del convento vióse á una mujer, que daba voces pidiendo auxilio. Aquella que parecía una sonámbula era María Clara, que huía de Fray Salví, el cual, á toda costa, quería profanar la pureza de la ex novia de Crisóstomo…


IV


Pero ¿es esto la novela? No. La novela hay que leerla toda, con conocimiento previo de lo que era entonces Filipinas, para apreciar su alcance. Ibarra (Rizal) simboliza el filipino ilustrado, á quien la fuerza brutal de los hechos impele necesariamente á renegar del régimen colonial español; Tasio, la indiferencia, que lamenta en silencio los males de su país; Capitán Tiago, el vividor, astuto y marrullero, que pasa por todo linaje de degradaciones (incluso por el contubernio de su mujer con Fr. Dámaso), con tal de hacer su negocio. Y Elías, el pendant de Ibarra, el hombre rudo del pueblo que, perseguido por la fatalidad, pára en revolucionario demagogo. Ibarra es Rizal; Elías es… ¡Andrés Bonifacio!, el organizador del monstruoso Katipunan; el que, después de haber calificado de «cobarde» á Rizal, porque éste no era partidario de la revolución, acaudilló las primeras huestes que, inermes casi, se lanzaron al campo al grito de «¡mueran los españoles!»… Rizal, el nacionalista filosófico, enemigo de hacer correr la sangre y con talento sobrado para no aconsejar lo que reputaba una demencia; Bonifacio, sin más instrucción que la lectura de unas cuantas obras sobre la Revolución Francesa, demagogo exaltado, lleno de impaciencia quiere á todo trance exterminar la raza que dominaba á la suya. Ibarra es una figura noble, sugestiva, grata; Elías (el Piloto), una bandera roja. Ibarra acaba por ser separatista latente; Elías es un caso de determinismo: filibustero esencial desde pequeño.

Audaz, denodado, curtido en los peligros, providencia sui géneris de Ibarra, Elías es, de todos los personajes novelescos de Rizal, el más notable, la figura más interesante; en Elías se cifran y compendian todos los sufrimientos humanos; cuanto dice impresiona; cuanto hace acaba por parecer que está justificado plenamente. Su abuelo, tagalo puro, había sido tenedor de libros en casa de un comerciante español, D. Pedro Eibarramendía, bisabuelo de Crisóstomo; «una noche (pág. 276), sin saberse cómo, ardió el almacén, el incendio se