un escritorio pequeño suspendida en el aire sobre un estante por temor de las ratas, y aquél fué mi lecho durante todo el tiempo que permanecí entre aquellas buenas gentes. La muchacha cra tan ingeniosa, que a dos o tres veces que vió cómo yo me desnudaba aprendió siza dinicultad, y aunque no la permitiese este trabajo más que por obedecerla, ella me vestía y desnudaba cuando quería. Me hizo seis camisas, y otras ropas interiores, del lienzo más delgado que pudo encontrar (es verdad que en su comparación las velas de nuestros navíos son telas de Holanda) y cuidaba de lavármelas por su propia mano. No sólo era mi lavandera, sino también mi maestra para instruirme en su idioma. Cuando la señalaba con el dedo alguna cosa, al instante me decía cómo se llamaba; de suerte que en poco tiempo me hallé capaz de poder pedir todo lo que necesitaba: ciertamente que tenia un natural bellísimo. Me puso el nombre de Grildrig, que significa lo mismo que nanunculus en latín, homunceletino en italiano, y mannikin en inglés. Puedo decir que a ella debo el haber aprendido su idioma.
Estábamos siempre juntos: yo la llamaba Glumdalclitch, o pequeña ama, y confieso que sería el hombre más ingrato e inhumano si olvidara en cualquier tiempo sus desvelos y afecto hacia mí; pero, lejos de eso, quisiera llegar a verme otro día en estado de reconocerlos en el fondo de mi corazón lo deseo entretanto que acaso habré sido la inocente, aunque infeliz causa de su desgracia. No me faltan motivos de temerlo.Muy pronto se esparció por todo el país la noticia de que mi amo habia hallado en los campos un ani malejo poco menor que un splacknock (que se cría en aquellos climas, y tiene casi seis pics de largo y la misma figura que un racional) que imitaba al hombre en todas sus acciones y parecía hablar una especie de lenguaje que le era propio; que había aprenCULLIVER.