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declarado de Su Majestad Imperial con guerra abierta.

»Art. 4.° Que el dicho Qumbus Flestrin, contra la obligación de un fiel vasallo, se está preparando actualmente para pasar a la corte de Blefuscu, sin más licencias que un permiso verbal de Su Majestad Imperial; y so capa de este tal permiso se propone temeraria y pérfilamente hacer dicho viaje, socorrer, auxiliar y ayudar al rey de Blefuscu...»


—Aun hay otros artículos —añadió;— pero los más importantes están comprendidos en la relación que os he leído. En los diferentes congresos que ha habido para la determinación de la causa, es preciso confesar que Su Majestad ha manifestado su moderación, dulzura y equidad recordando a menudo vuestros servicios y mirando a disminuir los delitos. El tesorero y almirante opinan que se os debe dar una muerte cruel e ignominiosa, poniendo fuego a vuestro alojamiento de noche; el general queria esperaros con veinte mil hombres armados de flechas emponzoñadas para hacer tiro a vuestro rostro y manos. También se ha pensado dar una orden secreta a varios de vuestros criados para que impregnasen vuestras camisas de un jugo venenoso que os haría despedazar vuestras mismas carnes hasta morir en los tormentos más excesivos. El general ha aprobado este medio de suerte que, por algún tiempo, la pluralidad de votos ha estado en contra vuestra; pero SLE Majestad, resuelto a salvaros la vida, ha ganado la anuencia del camarero mayor. Durante estas conferencias, Redresal, primer secretario de Estado, encargado de los negocios reservados, recibió orden del emperador para dar su voto; también se ha conformado con el de Su Majestad, y ciertamente ha correspondido a la estimación que le profesáis. El reconoce que los delitos son grandes; pero que, no obstante, merecen alguna indulgencia. Ha dicho que, siendo