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que se trata de formar un hombre, y quedaría imperfecto si faltase cualquiera de las dos partes que le constituyen. Dicen ellos que debe mirarse como un tronco de caballos uncidos, que es preciso conducir a pasos iguales: y si no, fórmese el espíritu de un niño sin otra atención, se verá que su exterior se hace grosero y despreciable: fórmese solamente el cuerpo, se verá que la estupidez y la necedad se apoderan de su ánimo.

Está prohibido a los maestros que castiguen a los muchachos con golpes; lo hacen contrariándoles la voluntad, afrentándolos y principalmente privándolos de dos o tres lecciones; esto es lo que ellos más sienten, porque ven que los abandonan dándoles a entender que son indignos de instrucción. El dolor de los golpes, en su concepto, sólo sirve para hacerlos tímidos, defecto sumamente perjudicial que jamás se cura.

VII

EL AUTOR, AVISADO DE QUE INTENTABAN PROCESARLE POR DELITO DE ALTA TRAICIÓN, SE REFUGIA EN EL REINO DE BLEFUSCU.

Antes de entrar a hablar de mi partida del imperio de Lilliput, me parece esencial instruir al lector de una intriga secreta que se formó contra mí.

Estaba yo tan poco habituado a la vida cortesana, y la humildad de mi estado me había puesto tan lejos de las disposiciones necesarias para poder hacerme un diestro cortesano, que absolutamente careeía de principios. Es verdad que otros de tan inferior nacimiento han probado bien en la corte, y han arribado a los más altos empleos pero acaso serían menos delicados en esto del honor. Sea como fuere, mientras me disponía a partir para la isla de Blefuscu a cumplimentar a su emperador, un personaje muy