su proporción son los ganados y demás animales, sus árboles y plantas. Por ejemplo, los caballos y bueyes mayores son de cuatro a cinco pulgadas de altos; los earneros de pulgada y media a corta diferencia; los patos poco menos que nuestros gorriones: de suerte que sus insectos cran casi invisibles para mi; pero Naturaleza supo ajustar los ojos de los habitantes de Lilliput a la proporción de todos sus objetos. Para poder formarse idea aproximada de la perspicacia de su vista, basta decir que tuve el gusto de ver un día a un diestro cocinero desplumar a una alondra del tamaño de una mosca regular, y a una joven doncella enhebrar una aguja tan invisible como la seda que pasaba.
Tienen sus caracteres y letras; pero el modo de escribir es particularisimo. No es de izquierda a derecha como se hace en Europa, ni de derecha a izquierda como usan los árabes, ni de arriba abajo como los chinos, ni de abajo arriba como los cascagienses, sino oblicuamente de un ángulo del papel al otro, como hacen las damas de Inglaterra.
Entierran los muertos con la cabeza hacia abajo, porque se imaginan que en once mil lunas han de resucitar todos, que entonces en la tierra (que ellos creen plana) se volverá lo de arriba para abajo, y que de este modo en el instante de la resurrección se hallarán todos perfectamente derechos sobre sus pies. Sus sabios conocen bien lo absurdo de esta opinión, pero el uso subsiste porque es antiguo, y está fundado sobre las ideas del pueblo.
Tienen leyes y costumbres muy singulares que acaso intentaría justificar si no fueran demasiado contrarias a las de mi amada patria. La primera de que haré mención mira a los delatores. Todo crimen contra el Estado es castigado en aquel país con extremado rigor; pero si el acusado prueba evidentemente su inocencia, el acusador es al instante con-