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rasen. Pidióme audiencia privada de una hora, y, para que pudiese estar a nivel de mi oído, le propuse que me tendería en el suelo; pero prefirió que le tuviese sobre la mano mientras duraba la conferencia. Principió felicitándome por mi liberación de las prisiones, añadiendo que se lisonjeaba de la pequeủa parte que en ella había tenido; pero que a no haber inediado el interés que la corte se prometía, no hubiera conseguido tan pronto mi pretensión: apues por floreciente continuo diciendo que parezca nuestro estado a los extranjeros, no lo es tanto que no tengamos dos grandes ejércitos que combatir: una liga poderosa por dentro y por fuera la invasión de que estamos amenazados por un enemigo formidable. Con respecto a lo priniero, es necesario que sepáis que de más de setenta lumas a esta parte ha habido dos partidos opuestos en este Imperio con los nombres de Tramecksans y glameksans, términos alusivos a los altos y bajos tacones de sus zapatos, por los cuales se distinguen. I'retenden los alti-tacones, y es cierto, que son los más conformes a nuestra antigua constitución; pero, aunque así sea, Su Majestad ha resuelto no servirse sino de los baji-tacones para la administración del Gobierno, y todos los empleos cuya presentación corresponde a la Corona; vos mismo habréis notado que los tacones de Su Majestad Imperial son lo menos un drurr[1] o más bajos que los de toda su corte.

»El encono de estos dos partidos—prosiguió—ha llegado a tal punto, que ni comen ni beben juntos, ni siquiera se hablan. Contamos con que los tramecksuns, o alti-tacones nos exceden en múmero; pero la autoridad está en nuestras manos. ¡Ay! sospechamos, no obstante, que su Alteza Imperial, heredero conocido de la corona, tenga alguna inclinación a los


  1. Poco menos de un catorceavo de pulgada.