Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/361

Esta página no ha sido corregida
— 360 —

miento que exigía el servicio que acababa de hacerme. l'ero cómo había de detenerme allí sin darle también mi corazón en recompensa de la vida que le debía! Díjome que era hijo del fiscal de Batavia y que me amaba largo tiempo hacía, aunque nunca hubiese tenido la osadía de declarármelo. La sinceridad de esta declaración aparecía en sus ojos, y el amor daba a sus discursos una fuerza a que cedí sin violencia. Quiero confesarlo no contenta sólo con amarle y consentir que me amase, le declaré también que su cariño me era agradable, y aun le cité para el día siguiente en casa de una señora amiga de ambos.

»Me retiré a casa, y al punto mi primer amante fué a darme el parabién del peligro de que me había librado, poniéndose a maldecir la fortuna por haberle evitado la ocasión de demostrarine su pasión arriesgando su vida en favor mío. Prorrumpió en sandeces que daban lástima. Jamás me pareció tan despreciable, y el mismo aborrecimiento que le tenía aumentaba mi cariño hacia su rival, como este cariño mi aborrecimiento hacia él. Al día siguiente, sin ser conocida, mo hallé a la hora señalada en casa de mi amiga, y prometí un amor eterno a mi amante. No fuí menos feliz durante algunos meses. Veía diariamente al que amaba: no se me presentaba ya el objeto do mi odio: me lisonjeaba de que mi insensibilidad habría entibiado su constancia o que acaso mi padre habría resistido la poderosa persuasión de su esposa; finalmente, sólo pensaba en que mi amante no tardaría más en pedirme que en obtener el sí, pues su padre no era menos rico que el mío.

»De esta manera me consolaba de los malos ratos que mi hermanastro me había hecho pasar; cuando un día mi amante fué a buscarme en casa de nuestra amiga común con un aire de tristeza en sus ojos que me sobresaltó más de lo que yo puedo explicar.