Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/357

Esta página no ha sido corregida
— 356 —

sabido adónde llegaba su honradez, hubiera mirado su relación como fabulosa y romancesca. Tenían para mí demasiada fuerza sus palabras, y además me ofreció que haría venir a la interesada y que me contase toda su historia.

-Bien sé que mi fisonomía me desmiente continuó-no dirá quien me vea que he podido así triunfar de mí; por esto convendría que un testigo depusiese en mi favor.

Un instante después me llevó su pretendida dama, a la cual recibí con toda la urbanidad debida a su sexo y a su hermosura. Pasados los primeros cumplimientos, se sentó en un canapé que le había indicado. Tardó largo rato en reprimir o limpiar las lágrimas que a pesar suyo corrían de su ojos, y por último, interrumpiendo su triste silencio, me habló así : -Mi general, el señor Morrice ha hecho tanto por mí, que no debo rehusarle nada de cuanto una mujer honrada puede conceder. Esta es la razón por que he cedido a las instancias con que me ha rogado os refiera mi deplorable historia; de otra manera, no me expondría a importunaros con una relación que sé no tiene nada de curiosa.

»Nací en Amsterdam de padres ricos y distinguidos. Habiendo sido depuesto el gobernador de Batavia a causa de sus excesos, fué nombrado mi padre sucesor suyo. No ignoráis que si hay un empleo de provecho y lucimiento a que un particular holandés pueda ascender, es el que he dicho. El esplendor, la magnificencia, el poder, las riquezas, todo se encuentra en él. En una palabra, un gobernador no es allí tanto un jefe de una sociedad de negociantes como un príncipe soberano. Mi padre apresuró su partida a Batavia, llevándome consigo, porque mi madre murió cuando me dió a luz. Educóme como podía hacerlo en unas circunstancias semejantes, y puedo decir