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mo tu padre lo estuvo para cometer el mal. Goza, pues, de las dignidades que estaban en tu familiay acuérdate de que hay premio para el bueno como suplicio para el malo.

Al día siguiente partimos de Timpauio para volver a Sevarambia, aunque por camino distinto, en cuya ruta los habitantes de las ciudades se esmeraron en demostrar su colo al rey y su magnificencia a los extranjeros que le acompañaban.

V

AMORES DE MORRICE Y DE SERMODAS, E HISTORIA DE UNA DAMA HOLANDESA Habiendo regresado a Sevarambia, el señor Morrice trabó relaciones con una viuda joven de ia ciudad, pasando de buen amigo a anunte correspondido. Como los primeros días de una pasión son deliciosos, ellos no pensaban en otra cosa que en verse, amarse y declarárselo inutuamente, olvidando tanto el uno como el otro todo lo demás, hasta que la reflexión volvió en ambos y trajo consigo el disgusto; entonces pararon la atención en que las severas leyes de los sevarambos ponían un obstáculo invencible a su unión. Morrice me confió sus penas y ne pidió consejo, confesándome que lo que inás le hacía desconfiar de su virtud era el haber relajado el amor la de su dama a término de no poder ya negarle nada.

Roguéle que resistiese una debilidad que no podía acarrearle otra cosa que perjuicios y adquirirnos el odio de los virtuosos sevarambos.

Y qué sabemos adónde podrán llegar sus resentimientos?-le añadí.-Lo menos que os amenaza es ir desterrado a la isla de los Adulteros sin esperanza de salir jamás.

Morrice me respondió que combatiría constantemente contra una pasión tan peligrosa, por ver si