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ta en los mismos tejados había gentes, de donde inferí que la ciudad debía ser excesivamente populosa.

Su figura es un cuadro perfecto que forman cuatro lienzos de muralla de quinientos pies cada uno. Las dos calles principales que se cruzan y la dividen er cuarteles iguales tienen cinco pies de anchura; las demás donde no pude entrar tendrán de once a diez y ocho pulgadas. Puede contener muy bien aquella ciudad quinientas mil almas. Las casas tienen tres o cuatro pisos. Sus tiendas bien surtidas; sus mercados abundantes. Antiguamento tuvieron buena opera y comedia; mas faltaron aquellos autores a quienes promovía la liberalidad del príncipe y cesaron estos espectáculos.

El palacio del emperador, situado en el centro de la ciudad, donde se cruzan las dos calles mayores, estaba cercado de una pared de veintitrés pulgadas de altura, a veinte pies de distancia del edificio. Su Majestad me permitió echar una pierna por encima de la pared para poder ver su palacio por todos lados. La plazuela exterior que forma, es un cuadro de cuarenta pies, y dentro de él hay otras dos. En la más interior está la habitación de Su Majestad, que era lo que más deseaba yo ver; pero esto era muy difícil, pues las mayores portadas apenas tenían diez y ocho pulgadas de alto y siete de ancho; además, el edificio de la plazuela primera sería de cinco pics de altura lo menos, y me era imposible saltar por encima sin riesgo de romper las pizarras de que estaba fabricado el techo; pero de las paredes no había que temer, pues tenían cuatro pulgadas de grueso y su arquitectura, de sillería, era sólida.

El emperador también quería que viese la magnificencia de su palacio. Pude darle este gusto al cabo de tres días que ocupé en cortar algunos árboles de los más grandes del parque imperial, que distaba de la ciudad casi cincuenta toesas. De ellos fabriqué tres