Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/342

Esta página no ha sido corregida
— 341 —

y pronunció algunas palabras en voz alta. Al instante principiaron a despojarse de sus vestidos cuantas mozas allí había, hasta quedar como las manos, y figuraron delante de nosotros diversos bailes, que no se llevaron toda atención de inuchos de nuestra gente. Por lo que a mí hace, aunque el espectáculo no me era nuevo, no había podido todavía acostumbrar mi imaginación, y condenaba al filósofo que había obligado a aquellas mujeres a dejar con los vestidos su pudor, tomándome la libertad de decírselo a Sermodas.

-Ya había yo extrañado-me respondió que no me hubieseis manifestado ese escrúpulo desde la primera vez; sé bien que sería general en vuestro mundo a cuantos profesan sentimientos de pundonor, mas no es lo mismo entre los sevarambos que entre los demás hombres.

Mientras esto decía, el filósofo cubrió su estatua con un velo, y al momento las bellas bailarinas voivieron a tomar sus ropas y se retiraron a sus casas, satisfechas de haber contribuído a divertir a su príncipe, que aquellos pueblos en cierto modo miran como una deidad.

El cuarto sabio tuvo una ocurrencia bastante graciosa. Tomó un gato en la vecindad y le ató al principio de la cola dos campanitas con un talismán, que en nada de tiempo le puso tan hinchado como una yegua flamenca. Después le comprimió suavemente el vientre y el aire salió, no como había entrado, sino con un ruido armonioso y esparciendo un olor que perfumó todo el del contorno." Los regocijos que nos proporcionaron en los demás tránsitos, fueron sobre corta diferencia de la misma especie. No habrá pueblos que tanto se alegren con la vista de su soberano; ni entramos en plaza alguna donde los habitantes no acudiesen en tropel, mucho antes de llegar, cargados de magníficos pre-