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tará al lector para formarse idea de la ingenuidad de aquellos pueblos, y de la economía discreta, exacta y perspicaz de su emperador.

IV

DESCRIPCIÓN DE MILDENDO, CAPITAL DE LILLIPUT, Y DEL PALACIO DEL EMPERADOR.--CONVERSACIÓN ENTRE EL AUTOR Y UN SECRETARIO DE ESTADO SOBRE LOS NEGOCIOS DEL IMPERIO.--OFERTAS QUE EL AUTOR HACE DE SERVIR AL EMPERADOR EN SUS GUERRAS.

El primer memorial que presenté después de haber conseguido mi libertad, fué para obtener el permiso de ver a Mildendo, capital de aquel Imperio. E emperador me lo concedió, habiéndome encargado que no hiciese ningún daño a sus habitantes ni en sus casas. Mandóse publicar por bando para que todos supiesen mi designio de visitar la ciudad. La muralla que la defendía por todos lados tenía dos mies y medio de altura y once pulgadas lo menos de ancho, de suerte que podía muy bien rodar en ella un coche y dar su vuelta alrededor sin peligro. Estaba asimismo flanqueada de fuertes torres a diez pies de distancia la una de la otra. Yo entré por la puerta occidental y anduve las dos calles más principales muy despacio y siempre de costado sin otra ropa que un juboncillo corto por no arruinar los tejados con los bordes de la chupa; teniendo cuidado de no pisar a algunas gentes que habían quedado en las calles no obstante las órdenes terminantes comunicadas a todos a fin de que se recogiesen en sus casas y se mantuviesen en ellas sin salir de ninguna manera hasta que yo me retirase. Los balcones y ventanas del primero, segundo, tercero y aun del cuarto piso, las de los desvanes y sobrados estaban todas cubiertas de un número considerable de espectadores; has-

Gulliver.—3