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infancia. Que la medicina era la única que se hallaba descuidada entre ellos, porque no tenían necesidad ni de drogas m de simples, gracias a la pureza de sus costunibres que no daba entrada a las enfermedades.

Que la muerte no era allí otra cosa que el efecto de una larga vejez y no del desarreglo ni de los remedios.

Su hermosura, prosiguió, proviene también en parte de la misma causa.

Una dulce serenidad aparece sobre los rostros de ambos sexos. Los hombres tienen un aire varonil, un mirar respetable, el cuerpo vigoroso, una estatura sobresaliente, y hasta un no sé qué de noble en su modo de andar. Las mujeres a correspondencia, me confesaréis que no imaginasteis jamás ni su semejanza antes de verlas. Unas gracias halagüeñas sin tener nada de debilidad, un aire de honestidad que no inspira sino la inocencia, de que hacen profesión ; un exterior noble, unos modales interesantes. He aquí el retrato de todas. Tal es el efecto de la tranquilidad perpetua con que gozan de aquellos virtuosos placeres que gustan: de la inocencia de su corazón y de la sublimidad de sus luces.

Mientras nos hablaba de esta suerte, advertimos unas águilas y buitres que tuvimos por aves de rapiña, lo cual le dió ocasión a continuar en estos términos: -Los animales que veis no caen sino sobre los insectos, pues, para decíroslo en una palabra, aqui no hay bestias, ni en la tierra, ni en el agua, ni en el aire, que hagan daño a las otras, ni a los hombres.

Así es que si no hubiéramos referido a los sevarambos lo de las fieras carniceras, ignorarían que las hay, y suelen responder a los que les hablan de hombres acometidos o despedazados por leones, que es preciso que el Ser Supremo estuviese bien irritado contra ellos para exponerlos de tal modo al furor de criaturas tan terribles.