Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/308

Esta página no ha sido corregida
— 307 —

ellas. Todos fueron conducidos a las puertas del Conseio, donde los desnudaron hasta la cintura.

Una de las mujeres, cuyo delito consistía en injuría hecha a su marido, era tan hermosa que jamás vi otra semejante; tenía como unos veintidós años: su blancura, sus facciones, su configuración, sus cabellos, todo era a cual más gracioso y perfecto, de suerte que no sé cómo tuve paciencia para ver al ejecutor de la sentencia hacer su deber, y creo que no había persona en el concurso que no se sintiese conmovida, pues no se veían más que semblantes confusos y enternecidos. Al ir a levantar el brazo el fiero ejecutor para descargarle sobre aquel prodigio, su marido no pudo resistir más; atropellando por medio del concurso, gritó con agitación: «¡ detente, detente ! Ei verdugo se detuvo a escucharle, y el infeliz le dijo: -Yo soy el esposo desdichado de esa mujer, pido que me deis tiempo para hablarle antes de pasar adelante.

Se acercó a ella enjugando sus lágrimas, y con una voz ahogada entre sus suspiros, le habló de esta manera: -Ulisba, mi amada Ulisba, bien sabéis el cariño que os he profesado desde el primer instante de nuestro matrimonio hasta el día de vuestro crimen.

Hasta este punto fatal, me había lisonjeado de que me amabais igualmente, y esta idea acrecentaba mi amor. Quiero hasta aqui examinar vuestra intención.

Sí, sé los artificios de que usó el enemigo de vuestro honor y mi reposo para seduciros, y creo que a no haberos dado tantas pruebas aparentes, pero falsas, de comercio criminal con su mujer, vuestra inocencia duraría. Ha tres horas que me lo han dicho; ¡ ojalá hubiese sido antes! Hubiera muerto primero que conduciros a este lugar en que os veo. Pero si aun conserváis aquellos tiernos sentimientos que yo mismo