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del sol, según supe después. Albicormas se aproximó a este vaso sagrado con demostraciones de un profundo respeto, se arrodilló, hizo oración, y siguió un himno cantado por los sacerdotes con la música.

- Concluído que fué, el Gran Sacerdote preguntó a la primera de las vírgenes si queria ser casada; ella bajó la cabeza, se sonrojó un poco y respondió: sí; continuó haciendo la misma pregunta a sus compañeras, mientras otro interrogaba a los hombres, y, finalizada esta parte de la ceremonia, el Soberano Pontifice asió de la mano a la primera de la fila, la llevó a la de los hombres y la mandó que eligiese marido entre ellos.

La doncella obedeció, y, parándose delante del electo, le preguntó de un modo hechicero si queria ser su señor y su esposo fiel, a lo que respondió él sin detenerse que sí, con tal que le prometiese ser su fiel y tierna esposa, a que ella contestó: hasta la muerte.

El recién casado la tomó las manos al mismo tiempo, la besó en la frente y bajaron juntos a lo último del templo. Esta es la ceremonia del matrimonio en aquellos pueblos. Los demás siguieron por su orden, hasta que, congregados todos a la puerta del templo, salieron de dos en dos, precedidos de la orquesta.

Confieso que no me pareció mal esta institución, porque así no hay recelo de un matrimonio forzado, pues el hombre puede no admitirla, como sucede algunas veces; pero la que es repudiada a la tercera tiene la facultad de acogerse a la casa de un senador, donde nunca dejan de ser bien recibidas y tratadas con decencia.

Lo restante del día se pasó en fiestas y regocijos sin el más pequeño desorden ni exceso de persona alguna, fuese la que fuese. Al día siguiente nos llevaron otra vez al templo para ver otra ceremonia, que era una continuación de la precedente. Los mancebos se presentaron en triunfo signiendo a la orquesta, GULLIVER,