Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/303

Esta página no ha sido corregida
— 302 —

no sólo los desanimaría, sino que perderíamos la csperanza de volver jamás a nuestra patria. Pero Morrice disipó mis temores, diciéndome que los sevarambos tenían navíos que corrían todas las cuatro partes del mundo, de suerte que podríamos volver a nuestras casas cuando nos hallásemos disgustados entre ellos. «Y no penséis que os engaño añadió ;-es un hecho que he sabido durante mi residencia en Sporunda. Preguntando un día a Cashida cómo había aprendido varias lenguas de Europa, me respondió que enviaban cada año muchos de ellos a nuestras cortes, no tanto para negociar como para aprender las lenguas y examinar los usos y costumbres de diferentes naciones. Que los establecimientos que les parecían sabios y justos eran autorizados por su gobierno, y en cuanto a los demás se contentaban con anotarlos en los archivos públicos, de donde se sacaban y leían a ciertos tiempos, para hacer conocer al pueblo cuánta era su fortuna de vivir bajo la protección de las mejores leyes que había en el mundo, y no estar sujetos a tantas injustas y crueles como se observan en otras partes. > En esta seguridad, no volví a cavilar sobre nuestra libertad, que creíamos arriesgar demasiado a la confianza, y nos dispusimos a levantar el campo con la misma alegría que si fuera para volver a nuestra patria. Fuí a cumplimentar a Sermodas, quien salió a recibirme con semblante risueño, y me preguntó en francés qué me parecía la descripción de Sporunda, que mi almirante me habría hecho. Yo le respondí que nos había cncantado de tal modo, que sólo deseábamos con ansia ver aquella dichosa comarca, contando con su favor.

-No lo dudéis-replicó Sermodas; no he venido a otra cosa. Aunque a fuerza de industria hayáis hecho de vuestro campo una plaza que de nada tiene menos que de despreciable, encontraréis no obstante SEKT