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LIV MORRICE REFIERE LAS PARTICULARIDADES DE SU VIAJE De este modo fué como se explicó: -Mis valientes compañeros, y vos nuestro ilustre general, lucgo que parti con vuestro permiso y el del Consejo, di velas el primer día hacia el Sudeste y encontré un río que viene a desembocar en la bahía, donde anclamos al declinar la tarde. Por la mañana de madrugada, determiné levantarla, y habiendo andado tres leguas, o poco menos, nos hallamos insensiblemente en un lago de agua parada que parecía se extendía a medida que avanzábamos, de suerte que muy en breve perdimos de vista la tierra. No teníamos entonces sino un céfiro tan débil que apenas rizaba la superficie del agua. En fin, descubrimos en este lago unas pequeñas islas pobladas de árboles, cuya frondosidad nos encantó. Anclamos al caer la tarde entre dos de ellas, como a media legua de tierra, con ánimo de abordar a una u otra por la mañana así que amaneciese.

»Gran parte de la noche se pasó en hablar de nuestros descubrimientos y aventuras, malas o buenas, de suerte que nos acostamos bastante tarde, y tan descuidados como el que no tiene enemigos que temer. Juzgue ahora cualquiera nuestra sorpresa al encontrarnos muy de mañana cercados de doce navios, sin esperanza alguna de poder escapar. A pesar de todo, en una situación en que la esclavitud era el menor de los males que esperábamos, estábamos resueltos a batirnos hasta el último aliento, preparándonos para una vigorosa defensa, cuando una de las chalupas se acercó a nosotros, y a la precisa distancia se nos presentó un hombre que nos saludó con una profunda inclinación, diciéndonos en español que no recelásemos nada, que no habían venido a hacernosE !