Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/264

Esta página no ha sido corregida
— 263 —

nuestro proyecto, procuré animarlos, y les dije, por último, que resolvía pasar a Ostende y solicitar el servicio del Emperador, como en efecto principié a disponerlo desde el día siguiente, con cuyo motivo volví a casa bastante tarde.

Al atravesar el jardín oí la voz de mi mujer y de otros dos o tres en conversación reservada. Aunque su conducta no me inquietase demasiado, me acordé todavía de que era yahou, y tuve la curiosidad de escucharla.

-No sé que haya quien quiera guardar locos en su casa-decía alguno de ellos.

-Dejadlo a mi cuidado-respondió otra voz ;-cuanto antes mejor, pues no sabemos si en alguno de sus accesos podrá haceros algún daño.

-Tenéis razón- dijo mi digna esposa;-y cuando no podamos terminar unañana este negocio, por lo menos véndanse mis caballos, que sobrado me pesa no haberlo hecho mucho tiempo ha en vista de los insoportables gastos de su manutención, y no permitir que los monte nadie.

¡Qué expresiones podrán explicar el horror que me causó un discurso tal! El cabello se me erizó, como si hubiera visto un espectro, mis miembros temblaban y mi exterior todo publicaba el trastorno de mi situación. Marché a la caballeriza luego que pude hacerlo, y me acosté en el suelo en medio de mis caballos sin facultades para articular una sola palabra tal era la opresión que mi corazón sentia.

Ambos demostraban tormar parte en mi aflicción mezclando sus lágrimas con las mías: y en esta muda escena nos inferrumpió la entrada del palafrenero, el cual nos dijo suspirando que moriría de pena al contemplar su separación de Fack y Dick, que era como él los llamaba, habiendo sabido que iban a ser vendidos el día siguiente: -Sí-le contesté yo.-sé que está dispuesto, mas