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sarían la pena de encadenar y matar a sus naturales, no habiendo allí minas de oro o plata, azúcar ni tabaco? Luego no merecen ser el objeto de nuestro ardor marcial y celo religioso, ni aun el honor de ser conquistados por nosotros.

Si no obstante la Corte pensase de otra manera, declaro que estoy pronto a deponer, siendo interrogado judicialmente, que ningún europeo ha puesto los pies antes que yo en aquellas mismas comarcas, sobre lo cual me refiero al dicho do sus naturales, que es el que debe hacer fe. Bien veo que me reconvendrán con la tradición houyhnhnmiana de aquellos dos yahous que aparecieron en la montaña, tronco de toda la raza de yahous del país; pero, ¿qué sabemos si serían ingleses? Ciertas facciones, inclinaciones y modales de sus descendientes lo persuaden. Finalmente, yo dejo a los doctores en materia de colonias que disputen este punto y examinen si funda o no un derecho claro e incontrastable a favor de la Gran Bretaña.

Satisfecha asi la única objeción que pudieran oponerme tocante a mis viajes, me despido del benigno lector que se ha tomado la molestia de viajar conmigo en este libro, y me vuelvo a mi pequeño jardín de Redriffa emboscarine en mis filosóficas especulaciones.