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ción de un país en que nuestro comercio no está interesado de niguna manera, ni tiene la menor conexión con nuestras manufacturas? He escrito sin pasión, sin espíritu de partido, sin intención de herir a nadie. Mis miras han sido muy nobles, esto es, haciu la instrucción del género humano, no movido del interés ni de la vanidad; de suerte que los observadores, los escudriñadores, los críticos, los aduladores, enredadores, pusilánimes; políticos, genios para nada, los espíritus más indóciles e injustos no sabrán qué decirme, ni encontrarán materia para ejercer su odioso talento.

— Es cierto que se me ha dado a entender que como buen vasallo y buen inglés, debí inmediatamente que vine presentar una memoria instructiva de mis descubrimientos al secretario de Estado, supuesto que toda la tierra que un vasallo descubre pertenece de derecho a la Corona. Pero no es ésta la conquista de Hernán Cortés en la América. Por lo que hace al pais de Lilliput, es claro que no merece la pena, ni podría resarcir los gastos de la expedición. Cuanto a los brobdignagenses, quisiera me dijesen si sería prudente el atacarlos buena cuenta tendría desembarcar un ejército inglés en aquellas costas! ¡Pues qué contento iría a una comarca donde viese siempre sobre mí una isla aérea, que si está pronta a dejarse caer sobre los rebeldes cuando se le antoja, mejor lo estaría para hacer una tortilla de enemigos extraños que intentaran apoderarse de aquel reino! El país de los houyhnhnms promete, sin duda, una conquista bastante fácil, respecto a ser un pueblo que no sabe lo que es el arte de la guerra, ni qué es arma blanca o de fuego mas, con todo, si yo fuese ministro de Estado, no tendría la temeridad de emprenderla. Su relevante prudencia y unanimidad perfecta son unas armas terribles; además, figurémonos cien mil houyhnhnms furiosos arrojarse sobre un ejército europeo,