Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/248

Esta página no ha sido corregida
— 247 —

i.sufriría el tratamiento más cruel que sujetarme a vivir otra vez con los yahous de mi país.

No ocurrió cosa digna de mención en el resto del viaje. Yo, por corresponder sensible a los favores del capitán, y obligado del reconocimiento, solía hablarlo cuando me lo rogaba con instancia, procurando disimular mi aversión al género humano: bien que si se me escapaba algún arrebato de ira, él sabía convertirlo en bufonada o lo dejaba pasar como inadvertidamente. Pero la mayor parte del día me estaba solo, aislado en mi cuarto sin hablar una palabra con ninguno de la tripulación. No era otro el estado de mi cerebro repleto de ideas sublimes y filosóficas del trato con los houyhnhnms, sumergido en una insuperable melancolía que me dominaba, parecía uno de estos espíritus taciturnos o feroces solitarios, censores contemplativos que sin haber comerciado jamás con los houyhnhnms, blasonan de conocer a fondo el carácter de los hombres y profesan un soberano menosprecio a la humanidad.

También me instó repetidamente mi capitán a que dejase aquellas picles de conejo y me surtiría de vestido completo, por lo que le di muchas gracias, y no adinití por el horror de poner sobre mi cuerpo una cosa que hubiese sido del uso de un yahou. Sólo consenti que me prestase dos camisas, porque éstas, lavándolas bien, no podían contagiarmo tan fácilmente, y haciéndolo por mi mano me mudaba cada dos días.

Llegamos a Lisboa elde noviembre de.

Allí me hizo tomar por fuerza vestidos suyos, temicudo que los muchachos nos silbaran en las calles : ine llevó a su casa, y no permitió que habitase otra mientras estuve en aquella ciudad; pero capitulé que me había de alojar luego al punto en el último piso, en parajo oculto donde no tuviese trato con nadie absolutamente, y le pedí por favor que no revelase a ninguno lo que le había contado de mi residencia