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vez, yo notaba claramente ya el estilo de Homero, ya el de Virgilio, ya el de Milton.

Cuando muere un houyhnhnn ni se aflige ni se alegra nadie. Sus parientes más próximos, sus más intimos amigos todos miran su muerte con los ojos secos y tranquilos. El moribundo tampoco demuestra sentimiento de dejar el mundo parece despedirse de una tertulia en que ha estado largo tiempo para volver a ella el día siguiente. Así sucedió que, habiendo citado mi amo a un amigo para que concurriese a casa con toda su familia a fin de tratar un negocio importante, llegó la hora señalada y nadie parecía. Estábamos cuidadosos de la tardanza cuando vimos entrar a su esposa con dos hijos, la cual nos pidió con la mayor tranquilidad que disimuláramos la falta, pues acababa de morir su marido de un accidente imprevisto, y aun no se sirvió de la voz morir, que es malsonante entre ellos, sino de shnuwnh, que literalmente quiere decir ir a buscar a su abuela. Estuvo muy placentera en la visita, y tres meses después murió ella con la misma serenidad en la inás deliciosa agonía.

Los houyhnhnms viven comúnmente setenta o setenta y cinco años, y algunos hasta los ochenta. No se asustan aunque por lo regular prevén su muerte bastante tiempo antes. Reciben gustosos a sus amigos que van a anunciarles un feliz tránsito, y en los diez dias últimos el futuro muerto, que rara vez se equivoca en su cálculo, sale de ceremonia en litera conducida por sus yahous a despedirse de los que le han visitado, como si fuese a dejar un país para pasar en otro el resto de su vida.

Debo advertir aquí que los houyhnhnms, careciendo su lengua de términos con que explicar lo malo, se sirven de metáforas tomadas de la deformidad y malas propiedades de los yahous. Así cuando quieren expresar la imprudencia de un criado, el defecto