Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/230

Esta página no ha sido corregida
— 229 —

F +bian dispuesto una caza general en que habían tomado una infinidad de ellos, y después de haber destruído a todos los viejos habían reservado los más jóvenes con el fin de domesticarlos en cuanto permitiese su malignidad y destinarlos al tiro y carga. Que lo muy cierto de la tradición era no ser los yahous ylnhuiamshy, esto es, ebortgenos. Y últimamente que, habiendo incurrido los habitantes del país en el imprudente capricho de servirse de yahous, habían abandonado sin motivo el uso de los jumentos, animales bellísimos, tan dóciles, pacíficos y humildes, incansables y de poca costa; pues aunque tenían el defecto de la voz algo desagradable, no lo era tanto como la de la mayor parte de los yahous.

Otros muchos oradores peroraron con igual elocuencia, pero con alguna variedad en cuanto al asunEto, hasta que, al fin, poniéndose en pie mi amo, propuso un prudente arbitrio, de cuya idea me era deudor. Entró confirmando con su voto la tradición vulgar, y apoyó todo lo que sabiamente había dicho sobre este punto de historia el Honorabilisimo miem|bro que acababa de hablar, a que añadió que en su concepto aquellos dos yahous de quienes se trataba habían venido de países ultramarinos, y que, abandonados de sus camaradas sobre la costa, se habían acogido a los bosques y montañas, donde con el tiempo su naturaleza había variado hasta declinar en salvajes y feroces, sin semejanza alguna de todos los demás de su especie que habitaban en climas remotos. En corroboración de ello, recordó que tenía en su casa, tiempo había, un yahou muy particular de quien precisamente habrían oído hablar todos los individuos de la Asamblea, y algunos le habían visto.

Seguidamente refirió cómo me había encontrado, y que mi cuerpo estaba cubierto de una composición artificial de pelos de bestias. Dijo también que poseía mi poco de idioma propio, aunque ya había apren-