Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/223

Esta página no ha sido corregida
— 222 —

os he oído, no son tan breves y baratos los procesos.

Aquí ambos litigantes (si es que puede dárseles este nombre) quedan como se estaban; pero allá parece que ordinariamente pierden lo que pretenden tener y lo que tenían.

Domina a veces en nuestros yahous una fantasía cuya causa no hemos podido descubrir. Gordos, bien mantenidos y tratados por sus amos, vertiendo salud y lozanía, caen repentinamente en una angustia, disgusto y melancolía que los pono molinos y estúpidos. Huyen de sus camaradas, no quieren comer, y se retiran a un rincón de su establo como abismados en sus tristes pensamientos. No hemos encontrado otro medio de curarlos, cuando están así, que el de despertarlos con un tratamiento algo duro, y einplearlos en trabajos penosos que ponen en movimiento sus espíritus volviéndoles su vivacidad natural. Al oir esta pintura a mi amo, me acordé de mi país, donde se ven a menudo los mismos casos hombres colmados de bienes y honores, sanos y robustos, rodeados de delicias, exentos de toda inquietud, contraer de un instante a otro la tristeza más cruel, aniquilarse, hacer gravosos a sí mismos, consumirse en reflexiones quiméricas, afligirse, aletargarse y no volver a hacer el menor uso de su ánimo siempre poseído de vapores hipocondríacos. Vivo persuadido de que el remedio único es el que aplican a los yahous: vida laboriosa y dura es un excelente régimen contra la tristeza y melancolía. Yo lo he experimentado y no puedo dejar de aconsejárselo al lector, cuando se halle en semejante estado, exhortándole al mismo tiempo a que, para quitar el peligro, procure no estar nunca ocioso; y si por desgracia no tuviese ocupación en la sociedad, debe saber que hay gran diferencia de no hacer nada a no tener nada que hacer.

Nuestros yahous-prosiguió mi amo-muestran suma afición a cierta raíz muy jugosa, que buscan con