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ciso despachar muchos navíos a las cuatro partes del mundo.

-Sobrado miserable será vuestro país-me dijo -cuando no puede mantener a sus habitantes: ni agua tenéis que beber si no atravesáis los mares.

Entonces le repliqué que la Inglaterra producía más frutos que todos sus habitantes podían consumir que hacíamos bebidas muy buenas con el jugo de ciertas frutas o con el extracto de algunas granas, y que, en una palabra, nada faltaba a nuestras necesidades naturales; pero que para fomentar nuestro lujo y nuestra intemperancia enviábamos a los países extranjeros las producciones del nuestro, y traíamos en cambio cosas que nos destruían la salud y alimentaban nuestros vícios, siendo este amor al lujo, al regalo y al placer, el principio de todos los procedimientos de nuestros yahous; y como para conseguirlos eran necesarias las riquezas, de aquf provenían los ladrones, los perjuros, los aduladores, los sobornadores, los falsarios, los embusteros, los jugadores, los fantasmones, los malos autores, los envenenadores, los impúdicos, los charlatanes, los espfritus fuertes. Y después tuve que explicarle todos estos términos en particular.

-El trabajo que nos tomamos-añadí-de ir a buscar vinos en los países extranjeros, no es porque nos falten aguas ni otros buenos licores para beber, sino porque el vino nos pone de humor festivo basta hacernos salir en cierto modo fuera de nosotros misms, ahuyenta de nuestro espíritu toda idea seria, nos llena la cabeza de mil imaginaciones ridículas, restablece el valor, destierra el miedo y nos exime por algún tiempo de la tiranía de la razón. Surtiendo a los ricos de cuanto han menester es como muestra plebe se mantiene. Por ejemplo, yo cuando estoy en mi patria, si he de ir vestido completamente según nuestro estilo, llevo sobre mí el trabajo de cien oficiales,