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- nunca me acostaba hasta que todos estaban recogidos y por la mañana me encontraban siempre vestido, vivía en el concepto de que mi ropa era parte de mi cuerpo, lo cual acrecentaba su confusión. Por último, a vista de los progresos que de día en día iba haciendo en el conocimiento y pronunciación del idioma, se prometía saber nuuy presto de qué país procedía, como y cuando había adquirido esta especie de razón que me distinguía, y todo el resto de mi historia. Para ayudar en algo a mi memoria, iba formando un abecedario de los vocablos que aprendía, poniendo por bajo su significación en inglés. Al principio me reservaba de su vista, pero, pasado algún tiempo, no tuve reparo en escribir delante de mi amo, ni él pudo comprender lo que hacía, porque los houyhnhnms no tienen la menor idea de lo que es escritura.

Al cabo de diez semanas, entendía ya muchas do sus preguntas, y tres meses después me hallé suficientemente instruído para poder contestarle. Viéndome mi amo en estado de poder seguir una conversación, me preguntó, entre otras cosas, de qué país venía y cómo había aprendido a remedar al animal racional no siendo más que un yahou; pues, aunque estos yahous a quienes os semejáis en la cara y en las manos añadió, no dejan de tener alguna vislumbre de conocimiento con astucia y malícia, carecen absolutamente de esa comprensión y docilidad.

Le contesté que venía de muy lejos y que había atravesado los mares con otros muchos de mi especie en un gran edificio de madera hasta llegar a aquellas costas, donde me habian abandonado. Pero tuve que acompañar todo esto de mil señas y gestos para hacerme entender. Mi amo me replicó que seguramente me había equivocado, que habia dicho la cosa que no era, queriendo darme a entender que mentia; pues los houyshnhnms no tienen en su lengua palabra que exprese la mentira o falsedad, y le repugnaba que hu-