Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/178

Esta página no ha sido corregida
— 177 —

amargamente de la Naturaleza por haberles negado la dulzura de morir, de acabar su carrera escabrosay entrar en un descanso eterno. Que entonces no quedaban ya en aptitud de cultivar su espíritu y enriquecer su memoria, pues cuando más se acordaban de lo que habian visto y aprendido en su juventud y edad mediana; siendo los menos miserables e infelices aquellos que chochcaban ya, y habiendo perdido totalniente la memoria se habían vuelto al estado de uiños, porque siquiera conseguían que se compadeciesen de ellos y les diesen cuantos auxilios pedía su imbecilidad.

El matrimonio de dos struldbruggs, añadió, que da disuelto por las leyes del Estado luego que el inás joven llega a la edad de ochenta años; pues no sería justo que unos desgraciados humanos condenados por fuerza, y sin culpa suya, a vivir eternamente, fucsen obligados por colmo de su desdicha a vivir con una mujer eterna. Pero lo más lastimoso es que en tocando a esta edad fatal los miran como muertos civilmente, y, poniéndolos en tutela, sus herederos se apoderan de sus bienes, los despojan de todo y les se ñalan una simple pensión alimentaria (ley bien merecida de la sórdida avaricia de los viejos tan común en todos ellos); bien que para los pobres hay su casa de reclusión, que llaman el Hospital de los pobres inmortales, donde el público cuida de su manutención.

Desde la misma edad quedan excluídos de todo cargo y empleo, privados de negociar, contratar, vender y comprar, y aun su declaración no es admitida en juicio.

Mas en cumpliendo los noventa años es todavía un poco peor. Todo el cabello y los dientes se les caen, pierden el paladar, de suerte que comen y beben sin gusto alguno, y pierden hasta la memoria, no pudiendo retener ni las cosas más fáciles. Olvidan el GULLIVER.