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Echas, por el hambre, por la sel, por la desnudez y por la sangre de los pueblos. Finalmente, la posteridad de estos salteadores públicos reducida otra vez a la nada, de donde la injusticia y la rapiña los había sacado !

Como en este estado de inmortalidad la idea de la muerte no se representaría jamás en mi espíritu para turbarme o para templar mis deseos, me abandonaría a cuantos placeres sensibles me permitiesen la Naturaleza y la razón. Las ciencias serían no obstante mi primer objeto favorito, y yo me figuro que a fuerza de meditar encontraría, por último, las longitudes, la cuadratura del círculo, el movimiento continuo, la piedra filosofal y el remedio universal, y, en una palabra, que llevaría todas las ciencias y artes a su última perfección.

Luego que acabé mi razonamiento, aquel que únicamente le había entendido se volvió hacia sus compañeros y les hizo el extracto en su lengua propia ; después de lo cual se pusieron a conferenciar unos con otros, aunque sin demostrar en su modo y acciones el menor desprecio de lo que acababan de oir, sólo sí exhortaron al que había resumido mi discurso a que usase la caridad de abrirme los ojos y descubrirme mis errores.

Así lo hizo, confesándome desde luego que no era el primer extranjero que había mirado con adiración y envidia el Estado de los struldbruggs; que había observado entre los balnibarbas y japoneses con corta diferencia las mismas disposiciones; que el deseo de vivir era natural al hombre, que el que tenía un pie en el sepulcro se esforzaba por mantenerse sobre el otro; que el viejo más corcovado se representaba siempre un día siguiente, un porvenir, y no miraba la muerte sino como un mal distante y digno de huirse; pero que en la isla de Luggnagg se pensaba muy distintamente, y que el ejemplo familiar y la vista