Página:Viajes de Gulliver (1914).pdf/13

Esta página no ha sido corregida
— 12 —

luntad de las olas, y a los pocos segundos un golpe de viento norte nos hizo zozobrar.

No sé cuál fué la suerte de mis compañeros de chalupa, ni de los que buscaron asilo en la roca, o quedaron en el navío, pero creo que todos perecieron ; yo fui nadando a la aventura; el mismo viento y la marea me llevaban hacia tierra; de cuando en cuando dejaba caer las piernas, pero no hallaba fondo. En fin, estando ya para abandonarme, me hallé de pies en el agua; la tempestad habíase calmado, mas como la dirección era casi involuntaria, anduve otra media legua primero que pude tomar tierra. Después no descubría casa ni vestigio alguno de habitantes, aunque el país estaba bien poblado; con estas miras, recorrí casi un cuarto de legua hasta que el sueño me rindió; porque la misma fatiga, el calor, y una media azumbre de aguardiente que había bebido al tiempo de abandonar el navio, todo concurría a excitarlo. Me acosté sobre la hierba, que era muy fina, y no tardé un segundo en quedarme dormido tan de veras, que no desperté en nueve horas. Al cabo de este tiempo, quise levantarme, mas no pude. Yo me había echado de espaldas, y me encontré amarrado contra el suelo por los cuatro extremos el pelo preso en la misma conformidad, y una porción de ligaduras muy delgaditas rodeaban mi cuerpo desde los sobacos hasta los muslos. El sol principiaba a calentar, y como no podía mirar a otra parte, su gran resplandor me herfa la vista, sin tener medio de averiguar la causa de un murmullo muy confuso que oía en mi derredor hasta que sentí que se movía algo sobre la pierna izquierda, que, adelantándose suavemente hacia el pecho, subió hasta cerca de la barba. ¡Cuál fué mi admiración cuando vi una figurita de criatura humana, alta como de seis pulgadas lo más, arco y flecha en mano y su aljaba a la espalda! Seguíanle otros cuarenta de la misma especie. No pude